La necesidad de analizar las estrategias en términos no de eficacia, sino de eficiencia comparada

Actualmente, dentro de la lucha contra el especismo y el uso de animales no humanos hay un tendencia a considerar las estrategias y tácticas en función de su eficacia, en lugar de su eficiencia. Bueno, en realidad no es tampoco así, hoy en día lo que realmente hay es una tendencia a no llevar a cabo un análisis de las estrategias llevadas a cabo. O bien a llevar una evaluación de estas en base a razones ideológicas morales, o mezclando lo estratégico con lo moral.

Ahora bien, en las pocas ocasiones en las que se lleva a cabo un debate sobre la cuestión en términos realmente estratégicos, lo que se hace es discutir si una determinada vía de acción puede servir o no para combatir el uso de animales no humanos. Se habla únicamente sobre su eficacia.

Esto es un error. Para saber qué estrategias y tácticas es conveniente seguir es insuficiente estudiar su eficacia. Es preciso examinar su eficiencia. Más aun, lo relevante no es tampoco lo eficiente que una cierta estrategia pueda ser en sí misma. Lo relevante es que lo sea más que otras posibles estrategias que podamos asimismo emplear.

Esta cuestión es mucho más importante de lo que podría parecer a primera vista.

Eficacia y eficiencia

La eficacia de una determinada acción es la capacidad que esta tiene conseguir el efecto buscado con ella. La eficiencia, a su vez, es la eficacia dividida por los recursos empleados para su obtención. Supongamos que María lleva a cabo una campaña para recaudar fondos, y, con 100 horas de trabajo consigue, por ejemplo, 1000 € (o $, o la moneda que sea). A su vez, Marta pone en práctica otra campaña con la que consigue, con 10 horas, 900 €. La campaña de María ha sido más eficaz que la de Marta (1000 contra 900), pero mucho menos eficiente (1000/100, esto es, 10 € por hora, contra 900/10, esto es, 90 € por hora).

Como tal, la consecución de nuestros objetivos es, en principio, una cuestión de eficacia. En la búsqueda de nuestros objetivos queremos ser lo más eficaces que sea posible. Ahora bien, para ello, por supuesto, lo que nos interesa es ser lo más eficientes que podamos, por el simple hecho de que nuestros recursos son limitados. Esta es la primera idea fundamental que quería indicar aquí.

La necesidad de comparar las distintas estrategias

A la hora de decidir si debemos seguir una determinada vía de acción, lo relevante no son los resultados que podamos obtener al seguirla. Lo relevante es que tales resultados sean comparativamente mejores que los que quepa obtener siguiendo cualquiera de las demás estrategias que podamos seguir.

Examinar una a una las distintas estrategias a nuestra disposición para ver si funcionan o no es algo necesario, pero, en sí mismo, totalmente insuficiente. Una vez llevado a cabo tal examen, es igual de necesario comparar cuál es más eficiente. Si una cierta estrategia a sirve efectivamente para lograr nuestros objetivos, pero hay otra estrategia b que lo consigue de forma más eficiente, no hay que seguir en modo alguno a. Que a pueda conseguir unos buenos resultados no es lo relevante. Lo determinante es que con los mismos recursos consigue peores resultados que b, esto es, es menos eficiente que b, que es la estrategia que realmente deberíamos seguir.

Esta es la segunda idea fundamental que quería indicar aquí: el análisis de cuál es la estrategia y las tácticas que hemos de seguir tiene que ser comparativo.

Esto debe tenerse en cuenta tanto de modo general (esto es, en lo que respecta a nuestra estrategia) como en lo que refiere a casos concretos (esto es, en lo que toca a las tácticas con las que desarrollamos nuestra estrategia). Se puede mantener que, si bien una táctica puede ser la mejor de manera general, en ciertos contextos concretos puede ser mejor seguir una vía de acción distinta. Esto puede ser perfectamente el caso. Ahora bien, si ello es así, lo que habrá que hacer será examinar en tales contextos concretos cada táctica comparando la eficiencia que cada una de ellas tenga.

Por supuesto, puede defenderse que en gran parte de los casos es muy difícil llevar a cabo una comparación de este tipo. Pero esto no siempre es así. Y, en realidad, el hecho de que tal comparación no se lleve a cabo no se debe a la existencia de tales dificultades, sino a que no hay realmente un interés por llevarla a cabo.

Un ejemplo de debate mal enfocado: la discusión sobre el regulacionismo

Lo dicho hasta aquí puede considerarse en la práctica tomando el ejemplo de una vía de acción que es normalmente discutida de forma muy pobre: el regulacionismo, la búsqueda de regulaciones del modo en el que el uso de animales no humanos es llevado a cabo. Aquí no voy a examinar el regulacionismo, sino el modo parcial en el que este a menudo es discutido.

Actualmente hay una discusión relativamente extendida acerca de la validez de esta vía de acción (en contraste con el resto de las vías de acción, que son mucho menos debatidas, lo cual es muy problemático). Pues bien, lo que se discute sobre el regulacionismo son dos cosas. En primer lugar, si es moralmente adecuado (un debate que resulta, por cierto, un tanto chocante). En segundo lugar, si constituye una vía de acción que ayuda a los animales no humanos o no (aunque, como se ha dicho arriba, en la mayoría de los casos lo que se hace es discutir ambas cosas de modo mezclado y confundiendo una cosa con la otra).

Pues bien, ¿de qué es de lo que se habla en los pocos casos en los que lo que se discute realmente es si esta es una vía de acción que efectivamente puede servir para combatir el especismo y el uso de animales no humanos? Pues de si el regulacionismo ayuda a que avance la lucha contra el uso de animales no humanos. Se considera normalmente que es en esto en lo que ha de radicar el debate acerca del regulacionismo. Sin embargo, a la luz de lo que hemos visto más arriba, esto es algo que no puede ser correcto más que de forma muy parcial. La cuestión no es si el regulacionismo puede efectivamente ser eficaz o no. Esto, como mucho, será una parte de lo que se ha de discutir. La cuestión es si es más eficiente o no que las otras vías de acción a nuestra disposición.

Supongamos como hipótesis que el regulacionismo sea una vía de acción que efectivamente haga avanzar la lucha contra el uso de animales. ¿Implica esto que estaríamos aquí ante una estrategia que debería ser seguida? No tiene por qué. El motivo es el ya explicado arriba. Que un modo de acción, en este caso el regulacionismo, sea eficaz no implica que sea el modo de acción más eficaz. Ni implica que sea eficiente. Y téngase en cuenta que cada una de estas cosas tampoco sería lo verdaderamente relevante. Lo que importa es, como se ha dicho arriba, cuál es el modo de acción más eficiente (sea en conjunto o en cierto contexto). Aun si el regulacionismo fuese muy eficaz o relativamente eficiente, ello no tendría por qué implicar que fuese la vía de acción más eficiente. Y lo mismo cabe decir de cualquier otra vía de acción.

Esta es una causa de que el debate sobre el regulacionismo sea actualmente tan pobre. Al centrarse la cuestión en si el regulacionismo hace avanzar la defensa de los animales no humanos, se olvida que lo importante es si es la hace avanzar de modo más eficiente que otras vías de acción posibles. (Con esto no quiero decir que sea la causa principal de que tal debate sea tan pobre: puede que más importantes que esta sea la mezcla entre cuestiones ideológicas morales y de tipo estratégico, así como la hostilidad y falta de respeto que caracteriza esta discusión).

Me gustaría poder decir, aunque parezca paradójico, que el mismo error es cometido en el caso del debate sobre otros posibles modos de acción, como son la prohibición paulatina de distintos usos de los animales no humanos, la búsqueda del cierre paulatino de los centros en los que se usa a los animales no humanos, el ocasionamiento de daños económicos al uso de animales no humanos, el cuestionamiento del especismo, etc. Por desgracia, sin embargo, no puedo decir esto, debido a que este error no se comete en estos casos. Y digo por desgracia porque el motivo por el que esto es así es que estas vías de acción no son prácticamente discutidas en absoluto, lo cual es todavía peor. Esto hace que el debate sobre el regulacionismo sea aun peor, pues lo que en la actualidad está haciendo es ocultar la necesidad de debatir sobre las distintas posibles tácticas y estratégicas, al centrarnos únicamente en discutir una sola de ellas.

En resumen

Concluyo indicando de manera resumida las tres ideas principales que aquí se han planteado:

(1) Lo importante no es la eficacia, sino la eficiencia.

(2) Lo importante no es que una cierta vía de acción sea buena. Lo importante es que sea la mejor. Ninguna estrategia ha de ser examinada de forma individual. Lo que ha de hacerse es compararla con las demás de las que podemos disponer.

(3) A día de hoy esto no se toma en cuenta, lo que implica que los análisis llevados a cabo son incompletos, dejan de lado circunstancias esenciales. Y un análisis que deja de lado circunstancias esenciales no es un análisis correcto.

16 comentarios sobre “La necesidad de analizar las estrategias en términos no de eficacia, sino de eficiencia comparada

  1. Lo que no entiendo es cómo podríamos comparar el regulacionismo con otras vías de acción como la concientización (poniendo como ejemplo las dos estrategias que más se polarizan). Creo que en realidad lo que se debe comparar son dos (o más) estrategias regulacionistas, o dos (o más) estrategias de concientización, pero no el regulacionismo vs concientización. En primer lugar, los fines son distintos. Alguien que trabaja en regulacionismo no pretende que el objetivo sea el convertir a la gente al veganismo, por ejemplo, (aun cuando pueda ser un efecto paralelo a largo plazo), sino busca concretamente ciertos objetivos (disminuir días de transporte, abolición de jaulas de batería, etc.). Entonces, si los objetivos son claramente distintos (e incluso opuestos, me imagino que un abolicionista de vía única, i.e. solo concientización, no estaría de acuerdo con esos objetivos), cómo podemos comparar esas dos vías de acción?

    Una cosa distinta es plantear al regulacionismo como una vía de acción que sí pretende «avanzar la lucha contra el uso de animales». Lo que te cito en comillas me parece demasiado vago como objetivo como para poder establecer un análisis de las dos vías. Como digo arriba, ese es el objetivo buscado por los regulacionistas? No digo que no lo sea, puede ser que todos los regulacionistas aspiren a eso, pero no sé si ese sea el objetivo que tienen en mente en el trabajo específico que hacen para lograr tal regulación. Puede ser un objetivo paralelo pero no el principal. Por lo tanto, un análisis de ambas vías poniendo solo ese objetivo a comparar no sería adecuado.

    Por otro lado, entraría en el ámbito de lo que se considera regulacionismo todo el trabajo que se realiza a nivel «lobby» o «cabildeo» político para lograr ciertas leyes abolicionistas (no solo reformas)? Por ejemplo, la abolición del uso de animales en los circos. Podríamos comparar entonces la estrategia de concientización (ej. protestas en los circos, mesitas informativas, etc.), vs estrategia política (trabajo de lobby con los legisladores, etc.) Creo qeu en ese caso, otra vez, la comparación no resultaría adecuada por más que el objetivo sea el mismo. En principio, por más concientización que se haga eso no garantiza el resultado inmediato de lograr una ley. Es claro que ahí solo la vía de acción política lo conseguirá. Lo que habría de discutir sería más bien si es que vale la pena concentrarnos solo en la vía política, ya que puede ser el caso que la concientización sea un paso primordial previo y/o paralelo al trabajo político.

    Por último, cómo podríamos evaluar una estrategia de concientización? Cómo se mide en esos casos los objetivos a lograr? Por ejemplo, cómo sé que el mensaje que transmito vía manifestaciones, mesitas informativas, etc. está llegando o no? Y otra vez llego a lo mismo, si mi objetivo es por ejemplo convertir a más personas al veganismo, cómo va a lograr eso una regulación? Un regulacionista como Martin Balluch te diría que no pretende concientizar a la gente sobre ese punto, lo que buscaría es sencillamente una prohibición del uso de animales como comida que vas a tener que aceptar, estés concientizado o no.

    Por lo tanto, si bien me gusta tu idea de la comparación de estrategias en términos de eficacia y eficiencia (no conocía la diferencia), creo que primero debemos tener claros cuáles son los objetivos que se buscan en la lucha animalista, para ver si es posible realizar tal comparación de estrategias. Por lo pronto, creo que sí debería impulsarse el debate dentro de las organizaciones sobre los objetivos que tienen y sobre las estrategias que pueden tomar para conseguir esos objetivos. Así, si mi organización solo busca la educación, pues, ver qué estrategias cumplen el resultado de la manera más eficiente (menor uso de recursos, etc.), o si mi objetivo es lograr ciertas regulaciones, cuál sería la forma más eficiente de lograrlas, etc.

    Bueno, espero que este comentario no esté muy confuso.

    saludos

    t

  2. ¡Muchas gracias por tu comentario! No sólo no es nada confuso, sino que ilustra la cuestión de modo muy necesario. En realidad, lo que habría que aclarar aquí es tanto que llevaría como para abrir unas cuantas entradas nuevas, pero valga de momento un comentario (seguramente insuficiente).
    Me parece que tienes razón en lo que respecta a que la eficiencia (así como la eficacia) puede ser medida únicamente en función de un mismo objetivo (a no ser, por supuesto, que tengamos algún modo de reducir a una unidad de medida común tales objetivos distintos: por ejemplo, en principio no se puede comparar la eficiencia en vender tomates con la eficiencia a la hora de limpiar habitaciones, si bien si reducimos a una unidad económica el valor de conseguir ambos objetivos sí podemos hacerlo). Ahora bien, creo que en esta entrada no se habla de objetivos distintos, sino de un mismo objetivo final. Tal objetivo es presentado en la entrada así: “hacer avanzar la lucha contra el uso de animales”. Ahora bien, como muy correctamente indicas, esto es demasiado vago. Con todo, no lo es si pasamos a hablar de disminuir el conjunto de los daños que se ocasiona a los animales no humanos por el hecho de ser utilizados por los seres humanos. O, de modo aun más preciso, de esto: disminuir el conjunto de los daños que se ocasiona a los animales no humanos por el hecho de no ser plenamente considerados por los seres humanos. Este es el objetivo final común que aquí estoy considerando, que es el que busca el antiespecismo. Por supuesto, he de aceptar que no todo el mundo en los movimientos “animalistas” busca esto, dado que el antiespecismo es sólo una parte de este. Pero el examen que llevo aquí a cabo se limita al objetivo que busca el antiespecismo, no tiene más pretensiones.
    Pues bien, para conseguir este objetivo cabe seguir vías de acción enormemente dispares, cada una de las cuales busca objetivos estratégicos muy distintos. Aquí hay que hacer una distinción básica: Un objetivo estratégico es un objetivo que se plantea una estrategia para conseguir un objetivo final. Por ejemplo, son objetivos estratégicos distintos la consecución de leyes que prohiban el uso de animales no humanos, la eliminación de la demanda del uso de animales no humanos o la imposibilitación de la producción de bienes y servicios que impliquen dañar a los animales no humanos. La consecución de regulaciones, la concienciación antiespecista, etc. son objetivos tácticos para la consecución de estos objetivos estratégicos. Tienes toda la razón en que la eficiencia de una táctica que busque un cierto objetivo estratégico no es comparable con la de una que busque otro objetivo estratégico. Pero tiene perfecto sentido comparar cuál de las estrategias a nuestra disposición consigue mejor el objetivo último que buscan. Creo que tiene perfecto sentido comparar si la estrategia más eficiencia para disminuir el conjunto de los daños que se ocasiona a los animales no humanos por el hecho de no ser plenamente considerados por los seres humanos radica en buscar la consecución de leyes que prohiban el uso de animales no humanos, la eliminación de la demanda del uso de animales no humanos o la imposibilitación de la producción de bienes y servicios que impliquen dañar a los animales no humanos.
    Sobre esto me gustaría aclarar una cosa: creo que en realidad el regulacionismo no es una estrategia sino una táctica para el seguimiento de la primera de las estrategias a las que me he referido. (Ahora bien, hay que aclarar que es una vía de acción que puede ser seguida con otros fines, por ejemplo, para minimizar los daños ocasionados a los animales no humanos que son usados).
    De este modo, alguien podría, por ejemplo, considerar que una cierta táctica regulacionista es muy eficiente para conseguir limitar legalmente el uso de animales no humanos, pero que la estrategia consistente en la búsqueda de tal objetivo estratégico no es la más eficiente para conseguir el objetivo final de minimizar los daños causados a los animales no humanos.
    Finalmente, acerca de otra cuestión que planteas, es cierto que la difusión del antiespecismo es difícil de medir (aunque haya formas de hacerlo, mediante estudios sociológicos, analizando la evolución de los patrones de consumo, etc.). Con todo, que el modo en el que se vaya avanzando al seguir una cierta estrategia sea más difícil de medir no quiere decir que tal estrategia sea menos válida. Más aun, si es difícil de medir el impacto de una estrategia, entonces también lo es medir el coste de oportunidad de otra estrategia. Esto es, si el impacto de la difusión del antiespecismo es difícil de medir, también lo es el que no llevemos a cabo tal difusión. Por ejemplo, consideremos las posibles inexactitudes a la hora de responder a la pregunta ¿cuánto se ha ganado y cuánto se ha perdido con diez años de campañas de difusión antiespecista en lugar de diez años de campañas legales? Estas inexactitudes equivalen a las que surjan a la hora de responder a esta otra pregunta: ¿cuánto se ha ganado y cuánto se ha perdido con diez años de campañas de campañas legales en lugar de diez años de difusión antiespecista? Sin embargo, tenemos argumentos razonables para ponderar lo que esperamos que se siga de cada opción.
    Bueno, esto ha quedado explicado de modo demasiado somero. En breve subo otra entrada sobre tácticas y estrategias para explicar el tema algo más. ¡Te pido que sigas sometiendo a crítica esto y lo que escriba, pues tus comentarios son muy interesantes!

  3. Pienso que es importante que, cuando una organización defiende regulaciones, lo haga poniendo medios para minimizar la posibilidad de afianzar el especismo en la sociedad. Por ejemplo, una cosa es que una organización regulacionista defienda el fin de la cría de aves en jaulas de batería, y otra distinta es promover el consumo de huevos procedentes de aves criadas en granjas «ecológicas».

    También hay que tener en cuenta que ese riesgo siempre existe. Si una organización defiende el fin de las cría de aves en jaulas de baterías, habrá gente que se sienta legitimada a consumir esos huevos, y este es un hecho que no puede ser pasado por alto. Al señalar en la campaña que la opción correcta desde la ética no es consumir esos huevos, sino ser vegano, se está minimizando la posibilidad de que parte de la sociedad se sienta legitimada en consumirlos, pero no se acaba completamente con el riesgo. No obstante, también hay que señalar que también puede haber gente que se haga vegana al conocer una campaña regulacionista, ya que esta visibiliza el sufrimiento y muestra a los animales como seres sintientes.

    Por otra parte, ese riesgo de una confusión no sólo acompaña a los regulacionistas. Cuando una organización no regulacionista muestra imágenes impactantes, o hace campañas por ámbitos como la tauromaquia, también puede conseguir que haya gente que piense que el problema son las condiciones, o que «los toros están mal, pero otra cosa es matar para comer».

    No obstante, mantener un mensaje íntegro, sin concesiones, acarrea otro problema: que el público que escucha el mensaje se reduce sensiblemente, así como el dinero recaudado para realizar campañas. Por ello me parece conveniente para aumentar la eficiencia de las campañas mantener un equilibrio en el que se busque llegar a un amplio sector del público, a la vez que el mensaje no queda demasiado rebajado. Este equilibrio puede ser difícil de conseguir en la práctica pero deberíamos intentarlo.

  4. Muy buen post: es imperativo que el movimiento analice estas cuestiones antes de actuar o durante sus actuaciones.

    Sólo me gustaría hacer unas consultas.

    ¿Crees que existe la posibilidad de ser eficiente sin ser eficaz?

    Por ejemplo en management se mide la eficiencia en los resultados económicos, pero la eficacia en los resultados no económicos directos, como es el branding. Se disocian ambos conceptos entre lo numérico (la eficiencia como bien dices parte de una fómurla) y la eficacia en términos no-numéricos, aunque luego igualmente se acaban expresando en números, a esto se le llama efectividad (pero medirlo numéricamente es, justamente, uno de los tantos errores del branding moderno pues no existen mecanismos operativos que permitan medir claramento estos resultados en relación con los objetivos, ni de considerar las variables intervinientes en el hecho en sí).

    Ejemplo: soy eficiente para fabricar y vender, pero soy eficaz para administrar las quejas de mis clientes.

    En tal sentido me parece abstracto pensar que podemos medir un resultado eficaz, aunque en realidad sí podemos medir un resultado eficiente. En este sentido no acabo de comprender la medición posible de la táctica (pues la táctica no debería arrojar resultados independientes de otras tácticas que conforman el total de la estrategia), aunque sí comprendo tu punto de vista sobre la medición de la estrategia, e incluso la comparto. La táctica es un paso que se mide en «sí o no»; SÍ se ha cumplido el paso, NO se ha cumplido.

    La dificultad de la medición:

    El problema en ambos casos es que muchas veces establecemos como causa algo que en realidad es una correlación, y nos cuesta, cada vez más, poder determinar factores intervinientes, e imponderables, en los resultados obtenidos por las acciones en favor de los animales, que son factores en definitiva correlativos, o paralelos, pero no causales. De esta forma hay autores como Francione que critican el regulacionismo manteniendo que «no ha ido demasiado bien», cuando en realidad lo que no está considerando es que el regulacionismo no ha sido el único factor que ha intervenido en la situación actual de la explotación animal, y tampoco considera que no todo el regulacionismo aplicado ha tenido como objetivo el beneficiar bienestaristamente a los animales, ni todas esas medidas han sido propuestas por posiciones que se oponen a la explotación.

    En conclusión:

    – La táctica sólo puede ser medida desde el análisis de la propia estrategia, y su función táctica dentro de ella, pero no en términos eficientes.

    – No existen en este momento mecanismos de control y medición de satisfacción de la espectativa estratética, por lo que la medición eficiente la encuentro de difícil implementación. Tampoco se pueden considerar todas las variables intervinientes, en tal sentido dejamos datos fuera, como bien apuntas, y por eso considero peligroso el análisis frío de la eficiencia.

    – Por eso vuelvo a la pregunta inicial ¿Crees que existe la posibilidad de ser eficiente sin ser eficaz? Yo personalmente pienso que sí, lo que no consisdero es que sea recomendable.

    Tengo otras dudas pero prefiero ir tocándolas una en una, que sino no me centro =)

    Un abrazo!

  5. Hola a todos!

    Enhorabuena por este post tan interesante como las aportaciones de las personas que hasta ahora han participado con sus comentarios.

    Es cierto que en muchos casos puede ser prácticamente o directamente imposible establecer una cuantificación tanto de beneficios como de pérdidas en el avance por la lucha contra el uso de animales. Más dificil es a medida que más distintos matices contengan los objetivos. Sin embargo, una de las ideas principales de este debate, tal y como bien lo presenta Óscar, es que a veces sí podrían hacerse comparaciones viables pero no se posee la intención de hacerlo. Es en estas ocasiones en las que sea posible realizar comparaciones, en las que quizás sería conveniente (o no, tal y como menciona LeoV). Sea como sea es importante seguir reflexionando en estas cuestiones.

    Quizás la cuantificación, comparación y elección posterior en base a ello sea algo que únicamente nos podamos permitir a nivel de táctica en algunas ocasiones, no de estrategia global propiamente dicha.
    Más cuando las diferentes variables que se entrecruzan en la sociedad en cuanto al uso de animales sean de naturaleza tan variable. Algunas de ellas pueden ser técnicas, otras psicológicas, otras políticas, y otras siguiendo un cierto etcétera. Medir cuestiones técnicas en un método de medición en su esencia técnico resulta intuitivamente más coherente pero, ¿en base a qué realizamos mediciones de los resultados psicológicos sobre la población resultantes de una determinada táctica o estrategia?

    Son cuantificaciones en la mayoría de casos tan complejas de realizar con precisión, que es algo que supera la mente humana. Por tanto, en la mayoría de los casos la alternativa que nos queda es la intuición basada en el reducido conjunto de información de que disponemos.

    No obstante, como digo, seguro que se pueden encontrar casos en los que podemos llevar a cabo comparativas relativamente claras, y en esas situaciones sería muy interesante aplicar la propuesta de Óscar.

    Un abrazo!

  6. ¡Unos comentarios muy interesantes!

    Mi intención en esta entrada no era tanto discutir las razones para considerar que el regulacionismo es una buena vía de acción como examinar el factor en función del cual tal discusión tendría que tener lugar. Con todo, estoy de acuerdo al menos con una parte importante de lo que apunta Veganófilo.

    También es de enorme interés lo que apunta LeoV. Acerca de lo que dice, respondería que ser eficiente implica necesariamente ser eficaz. Pero se puede ser menos eficaz y más eficiente. Eso es lo que ocurre en el ejemplo arriba dado, María es más eficaz, aun así, es menos eficiente que Marta. Y sobre todo, un problema central radica en que podemos ser muy eficaces a corto plazo, pero serlo mucho menos a largo o hasta medio plazo que si siguiésemos una estrategia distinta.

    Como apuntas, “la táctica sólo puede ser medida desde el análisis de la propia estrategia, y su función táctica dentro de ella”, ahora bien, yo indicaría que su eficiencia si puede ser considerada. Pondré un ejemplo. Una jugadora de ajedrez puede seguir una estrategia consistente en dejar sin defensas al contrario, para la consecución de la cual una táctica puede consistir en un cambio de piezas que prive al contrario de la reina. La táctica es eficaz si el oponente se queda sin la reina, si no, no lo es. Pero podemos decir que es más eficiente si implica cambiar por ella un peón que si conlleva sacrificar una torre.

    Ciertamente, hay resultados que es imposible cuantificar, si bien eso se debe no a que no existan tales resultados, sino a que no tenemos la posibilidad de conocerlos o de medirlos en términos numéricos, como indica LeoV. En su comentario, señala: “muchas veces establecemos como causa algo que en realidad es una correlación, y nos cuesta, cada vez más, poder determinar factores intervinientes, e imponderables, en los resultados obtenidos por las acciones en favor de los animales, que son factores en definitiva correlativos, o paralelos”. Creo que tiene mucha razón al decir esto. Con todo, pienso que esto ocurre a menudo, pero no siempre. Aquí estoy con Guillermo (como sería de esperar, ¡claro!)

    Considerad un ejemplo que a mi entender es muy significativo. Una estrategia muy difundida, en particular en el Reino Unido, descansa en la idea de que podemos acabar con el uso de animales no humanos si nos centramos en ir cerrando una a una las empresas que se dedican a este, desentendiéndonos de la demanda de tal uso. Entiendo que tenemos evidencias suficientes para afirmar que tal idea es falsa (no sólo no es realista la idea de que podríamos tener la fuerza para cerrar todas estas empresas, sino que el funcionamiento del mercado muestra que en cuanto la demanda no sea alterada, surgirá una oferta para cubrirla). Por tanto, creo que se puede defender que tal estrategia no puede tener éxito. Y se puede concluir, así, que en la actualidad está conduciendo al fracaso a una parte importante del movimiento. (Considero asimismo, por cierto, que esta estrategia es muchísimo más problemática que el regulacionismo, y no me entra en la cabeza que no sea objeto de debate, como sí lo es este).

    Un abrazo!

  7. Gracias Oscar por tu respuesta.

    Entiendo un poco mejor, ahora sí, tu consideración sobre la táctica eficiente, pero no acabo de estar acuerdo del todo.

    Tu ejemplo en el tablero de ajedrez es muy gráfico, pero hay que considerar que cuando alguien comienza una estrategia dividida en pasos tácticos, el fracaso de uno de sus pasos puede suponer el fracaso de la estrategia proyectada. Quiero decir: si yo intento “quitar” la dama a mi oponente, para que ese paso táctico luego me permita realizar determinados ataques programados o bien evitar los suyos, me encuentro con dos escenarios posibles: lo consigo (quitarle la dama) o no lo consigo. En el primer caso la táctica es eficaz, en el segundo caso no lo es, aunque si le quito la torre, como bien apuntas a cambio de un peón, eso hace que mi táctica haya sido al menos eficiente sin ser eficaz. Hasta aquí de acuerdo. Pero el problema que veo es que si no consigo comerle la dama el resto de mi estrategia (pensada en que “él no tendría su dama”) tendría que rediseñarse pues ya no podría aplicarla.

    En este caso puedo repensar mi estrategia con un enemigo “con dama y sin torre”, pero si tengo en cuenta que he destinado varios movimientos a eliminar la dama y no lo he conseguido, incluso si tengo en cuenta que la dama es una ficha más importante que la torre, debo saber que he perdido una gran cantidad de recursos en conseguir una táctica que no llegó a su fin, y aquí es donde no veo muy adecuado que realicemos el análisis cuantitativo simple: él pierde una torre y yo un peón. En realidad yo he perdido mucho más que eso, he perdido (por ejemplo) 10 movimientos (recursos) en pos de una estrategia que no llegó a su fin, y que ahora tiene que reinventarse. Por eso considero, como decía en mi comentario anterior, que uno de los grandes errores que se comenten actualmente en la medición del branding empresarial radica en cuantificarlo en consideración a una única variable “simple” que es la que llaman “efectividad”. La pregunta es: si te ofrezco en un tablero de ajedrez tener el doble de piezas pero la mitad de movimientos, o viceversa ¿qué elegirías? Hay una buena respuesta para ello.

    [Nota importante: veréis que utilizaré mucho, en este caso, la analogía con el mundo empresarial… pero no lo hago porque conozco bien ese mundo y sus reglas de juego, sino porque las ideas de eficiencia y eficacia son importadas de los mismos (el economista Adam Smith abordó la fórmula de la eficiencia en el siglo XVIII). Del mismo modo las ideas de táctica y estrategia, si bien tienen origen en el mundo bélico, sus conceptos más extendidos en los últimos siglos provienen del mundo de la economía o la negociación.]

    Para hacer una analogía con la empresa yo comparo el branding al avance del mensaje de la concienciación, y las ventas a la mejora en el bienestar de los animales, o bien las regulaciones que modifiquen estructuras fiscales y las vuelvan menos convenientes para la explotación, aboliciones parciales de determinadas formas de explotación, la existencia incluso de alternativas a las explotación, etc, en definitiva los resultados que puedan cuantificarse. Luego existe el grupo mixto, que también existe en el mundo de la empresa. Una empresa puede asistir a una feria para vender, pero si gasta mucho dinero en su stand y lo hace más vistoso que el de la competencia, esa empresa ha invertido recursos mixtos, tanto para generar ventas como para generar branding. Esto sucede en nuestro movimiento cuando hablamos de mensajes paralelos a la ética para con los animales, simplemente por considerarlos más efectivos o en algunos casos igual de importantes, como al relacionar la tauromaquia con el dinero público o la explotación ganadera con el cambio climático.

    Quiero recalcar que no todas las empresas necesitan hacer branding, pero sí todas necesitan vender. De todos modos el modelo de empresa ideal es aquella que vende para sustentar el aumento de su branding. La empresa sabe que existe una relación (correlación en algunos casos o causal en otros casos) entre el branding y sus ventas. Sabe que las malas ventas empeorarán su branding, y sabe que las buenas ventas harán lo contrario. Sabe que un branding bien hecho mejorará sus ventas, y sabe que un branding mal hecho las empeorará. Bajaré este pensamiento a la causa que nos convoca:

    – Ventas negativas = branding negativo: Si realizo reformas (ventas) que puedan ser negativas y dejen demasiado tranquilas éticamente a las personas, creo que eso puede dificultar mi objetivo de concienciar (branding) sobre el fin de la utilización de animales.

    – Ventas positivas = branding positivo: Si realizo reformas fiscales (ventas) que hagan que el explotador de animales tenga que pagar un impuesto medioambiental, eso mejorará mi trabajo de conscienciación, y hará que la explotación ganadera sea vista como nociva para el Planeta. Lo mismo sucederá si consigo que una ciudad (como en Gante) pida el día vegetariano, ya que eso me permitirá hablar de los animales.

    – Branding positivo = ventas positivas: Si realizo una conscienciación intuitiva, aceptable por la sociedad y sobre todo por el sector político, es posible que este sector esté mejor predispuesto a realizar las reformas que le pedimos, en cuyo caso aumentaré mis “ventas” expresadas en reformas (sean fiscales o bienestaristas).

    – Branding negativo = ventas negativas: Si realizo un trabajo de conscienciación completamente alejado de los parámetros intuitivos, como el uso de determinados términos, o la redacción de determinados pensamientos violentos, ese branding negativo me alejará del sector político y me impedirá “hacer ventas”.

    ¿Cuál se considera que es el mayor problemas entonces?

    Que las ventas y el branding se hacen desde departamentos diferentes, y normalmente con poca comunicación horizontal entre ellos. Es un fenómeno que sucede en la mayoría de empresas, pero que al modificar este aspecto cambia radicalmente su estado de resultado.

    En nuestro movimiento la concienciación es tarea liberacionista, y las reformas suele ser tarea bienestarista. Aquí tenemos problemas metodológicos. 1) El liberacionismo no se quiere relacionar con la política, 2) el bienestarismo no considera que la concienciación sea necesaria (son las empresas que venden sin hacer branding) 3) la política no se ve atraída por el “branding” liberacionista, 4) siempre acaba habiendo una falta de comunicación absoluta entre “los departamentos (bienestarista y liberacionista, de ventas y branding) y eso hace que finalmente las acciones de unos acaben perjudicando al trabajo de los otros. ¿Solución? Está bastante clara: una postura liberacionista, que siempre deje claro su posición, pero que acepte las reformas como modelo de cambio.

    Respecto a tu frase: “ser eficiente implica necesariamente ser eficaz”, es probablemente el mayor punto de desacuerdo que tengo, y de hecho me resulta sumamente peligroso pensar y actuar en esos términos.

    “Tú puedes ser eficiente produciendo un producto que no le interese a la gente”

    Desde mi punto de vista la eficiencia es la simple consideración del “cómo” haré lo que tengo que hacer, es una variable puramente logística, y táctica en todo caso. Es fácilmente mesurable, se cumple o no, y se pueden analizar los recursos utilizados para alcanzarla, incluso una táctica puede ser reemplazada por otra sin que eso suponga un cambio del modelo estratégico. Puedo realizar una tarea de concienciación mediante actos o mediante folletos, la primera es más barata pero necesita más personas, la segunda es más cara pero necesito menos personas. Entonces debo pensar en mis recursos: si tengo muchos activistas y poco dinero me convienen optar por los actos. Eso es eficiencia.

    En cambio la eficacia es la consideración del “qué” debo hacer. Es, desde mi punto de vista, la sala de esperas de la estrategia. Muchas estrategias de organizaciones parten desde la comprensión del diseño eficaz, y el intento de aplicar los modelos tácticos en formato de pasos que en sí mismos no tienen sentido alguno, pero que juntos conforman el modelo estratégico proyectado.

    Con esto pongo sobre la mesa otro enfoque: la eficiencia es un concepto interno, y la eficacia un concepto externo. Para generar eficiencia debo conocer “mis recursos”, y para ser eficaz debo manejar la mayor información posible de lo externo, y diseñar estrategias en consecuencia.

    Por esto quiero recalcar, nuevamente, la peligrosidad que encierra el centrarse en un modelo meramente eficiente, ya que eso hará que nuestro movimiento repita sus peores pecados, en este caso el de mirarse constantemente su propio ombligo y negarse a cuestiones tan importantes como el estudio minucioso de los manejos del explotador (diferenciado por formas de explotación), el estudio del cerebro humano y las corrientes sociológicas, la consideración de realizar una diferencia entre el maltrato supuesto (especismo) y el maltrato metódico (cosificación).

    En resumen:

    – Con el prisma de la eficiencia podemos abordar acciones en concreto (tácticas), que concuerdo que siempre deben responder a un modelo eficiente, utilizando los recursos disponibles y no pretendiendo alcanzar objetivo imposibles. El pensamiento posibilista es fundamental para la aplicación de la eficiencia. Con la eficiencia podemos hacer que un acto sea más llamativo, que un folleto sea el más impactante, podemos decidir qué acciones hacer para llamar la atención. Nos centramos en los medios, en hacer las cosas bien, en capacitar a nuestros compañeros activistas.

    – Bajo la óptica la eficacia, en cambio, determinamos esta necesidad de “llamar la atención”, nos centramos en los resultados, aplicamos un enfoque proactivo ya que trasmitimos eficacia al compañero y lo integramos en un modelo de trabajo redituado en tangibles, en lugar de reaccionar nos anticipamos.

    Mi conclusión, es por tanto:

    Es absolutamente conveniente la aplicación de ambas virtudes, la eficacia y la eficiencia, pero cada una en los términos en los que puedan ser útiles al resultado final. El “qué” debe estar determinado por la eficacia, y el “cómo” por la eficiencia. Pensar en estos términos es la opción más recomendable.

    La segunda opción, aunque menos recomendable, es ser poco eficiente pero continuar siendo eficaz, puesto que la eficiencia es algo que se aprende, en cambio la eficacia es algo que se proyecta. Todas las organizaciones, tarde o temprano, aprenden a ser eficientes.

    La última de las opciones es ser eficiente sin ser eficaz, puesto que estaríamos haciendo muy eficientemente algo que está mal. No considero que ésta sea la menos recomendada, en realidad opino que sería la única que no recomendaría.

    Para acabar con este pensamiento vuelvo a tu ejemplo sobre María y Marta. Mi respuesta sería poner a trabajar a Marta durante 100 horas, y así recaudar 9000€… es broma y no lo es… En realidad no lo considero un ejemplo oportuno, aunque sí gráfico, puesto que sólo puede ser analizado desde una variable numérica y por tanto eficiente, deja completamente fuera el análisis eficaz. El único análisis eficaz posible es el que he dicho “poner a trabajar a Marta durante 100 horas, y así recaudar 9000€”.

    —-

    Y el último punto que quería comentarte Oscar es sobre tu opinión acerca de lo positivo o negativo de la estrategia del movimiento inglés.

    Concuerdo contigo en un aspecto: no podemos ponernos a cerrar empresas una a una, sería considerar unos recursos que en este momento no tenemos, una ausencia total del análisis eficiente.

    Ahora te diré en lo que no estoy de acuerdo de tus afirmaciones, sin que eso suponga que esté apoyando a la estrategia inglesa, que tampoco me parece realista como ya he dicho.

    Lo que muy poca gente sabe es que “la demanda ya no manda”, contrariamente a lo que nos enseñaron en los libros de economía, flexibilización oferta-demanda, finanzas, marketing y empresariales de la década de los 80, incluso 90. Hoy en día hay otros factores más determinantes, como es el caso de la logística que ha superado ampliamente a la demanda como factor determinante de los modelos consumo moderno, lo mismo que la publicidad perfeccionada, o incluso el intervencionismo estatal que si bien no interviene en el consumo sí interviene en la producción, que es el caso que a nosotros nos convoca (en realidad nos importaría muy poco que la gente deje de consumir productos animales si los productos animales se seguirían fabricando de todos modos).

    Esto no sucede así en términos absolutos pero sí en términos relativos.

    Ante todo tengamos claros los tres agentes que intervienen:

    – Demanda
    – Oferta
    – Producción (es la que nos interesa)

    Intervencionismo:

    Hoy en día la producción de leche, carne y menor medidas los huevos, está determinada por el factor que relaciona la producción al precio, y no por el factor que relaciona la producción a la demanda. ¿Esto por qué es así? Porque los estados políticos intervienen para “manejar” los precios, y así aumentar el consumo interno y “controlar” las importaciones y exportaciones, generando riqueza a las empresas de “su estado”, empobreciendo a las empresas de “otros estados”, y conformando al ciudadano medio para que pueda comer todo tipo de productos a bajos precios, aumentando el supuesto (nunca conseguido) estado de bienestar.

    De esta forma el año pasado se produjo un 7% más de leche de la demandada (a nivel de la UE), y se tiró un 9,5% de la cantidad total (un 2,5% estaba demandado pero se frenó su llegada al mercado) de forma que incluso así el precio tuviera determinados aumentos. Necesitaría 50 páginas para explicar la situación de la leche en la actualidad pero no tiene mucho sentido. Lo que pretendo es simplemente demostrar que no existe una relación directa entre “producción” y “oferta”, y mucho menos “demanda”.

    Logística:

    La guerra la va ganando, de momento, el canal de venta muy encima de las empresas que pretendan utilizar ese canal. La prueba está en las campañas monstruosas que se están haciendo a favor de las marcas. ¿Qué marcas? “Eso no importa! Necesitamos las marcas” responden los responsables de publicidad de los medios de comunicación. Antena3, la Cuatro, LaSexta, Tele5, y todos los periódicos, todos y cada uno de ellos han sacado algún diseño de campaña para incentivar el consumo de productos con marca. ¿Por qué?. Porque se quedarán sin anunciantes si “la marca” llega a su fin. Las empresas “con marca” por su parte, han diseñado campañas basadas en la seguridad, lo único que transmite una forma de efectiva una marca.

    ¿Cómo se llegó a este punto?

    Porque las empresas “con marca” (que con las que tienen el know how) comenzaron a fabricar “marca blanca” para las cadenas de supermercado, cometieron el grabe pero INEVITABLE error de tratar de generarse su auto-competencia, para sí o sí ganar “algo” de dinero con TODOS los clientes.

    Luego los consumidores entendieron que la calidad de unas y otras era igual (claro, las produce el mismo), por lo que comenzaron a optar por la marca blanca: misma calidad a menor precio = compra conveniente.

    La diferencia de precio entre un producto con marca y uno “sin” se debe básicamente al gasto publicitario, que en la mayoría de las empresas modernas supera el 20% de la facturación (no de la rentabilidad), siendo en países como EEUU el segundo sector en el PIB.

    De esta forma las empresas comenzaron a ver que su publicidad atraía a las personas al supermercado (el 88% de las ventas de productos alimenticios en Europa se hacen en supermercados), pero que esas personas luego acaban comprando la marca blanca, puesto que es igual a la otra. Cosa que es cierto puesto que el fabricante es el mismo.

    El resultado de todo esto es una hiper comunicación por parte de las marcas, lo que genera un infra impacto (la cantidad de mensajes publicitarios y el impacto son variables inversamente proporcionales). Las marcas no hablaban de sus marcas sino de sus productos, lo que hizo que aumentaran las ventas y las visitas de personas a los supermercados. Estos espacios son baratos y cómodos, las dos principales motivaciones de compra hoy en día.

    Todo esto ha reforzado a los supermercados y a las grandes cadenas de tal forma que o bien las marcas encuentran sus propios canales de distribución, o bien el canal de distribución seguirá teniendo el poder. Lo primero es improbable.

    Hoy una persona va al negocio que les queda más cómodo, o que considera más barato, y compra lo que hay en él.

    Si dentro de un supermercado hay un 95% de yogures de origen vegetal, y un 5% de yogures de origen animal, en poco tiempo la tendencia se normalizaría y la gente consumiría una proporción idéntica a la ofrecida por el supermercado. Hoy la proporción es exactamente al revés.

    Publicidad perfeccionada:

    No creo que tenga sentido argumentar demasiado sobre la eficacia de la publicidad, puesto que creo que todos lo sabemos perfectamente, y lo único que podría sumar en este mensaje sería una serie de tecnicismos que no aportarán nada.

    Simplemente me gustaría al menos llegar a la conclusión final: el cerebro humano no está preparado para defenderse de todos los ataques publicitarios que recibe hoy en día.

    – Por un lado por la capacidad de absorción y el tiempo de investigación de compra:

    Hace unos años investigábamos nuestras compras (aunque tuviéramos menos recursos para hacerlo) ahora eso prácticamente ya no existe. Los veganos tardamos 4 veces más que nadie para hacer una compra en un lugar que no conocemos bien, puesto que leemos todas las etiquetas. Pero ¿sabemos si esa soja es transgénica? ¿Sabemos si el aceite de palma, de origen vegetal, no proviene de la eliminación de las selvas de orangutanes, que son masacrados e incendiados vivos? ¿Sabemos si el azúcar que contienen nuestras galletas no proviene de la explotación infantil? Es físicamente imposible saberlo todo. Por eso debemos confiar en las instituciones (por ejemplo la Vegan Society, que nos evita tener que leer los contenidos, o el sello de “comercio justo” que nos asegura que no habrá explotación infantil, o bien el conejito de los cosméticos, por poner algunos ejemplos).

    – El análisis psicológico publicitario:

    Determinada publicidad está generada para no encontrar resistencia ni defensa. Un ejemplo: yo, como buen vegano que soy, no como productos que contengan leche de vaca. Eso no quiere decir que yo no desee comerme aquello que me muestran en la publicidad de determinada marca de helados no-veganos. Si yo deseo ese producto al ver la publicidad, la publicidad está bien hecha. La publicidad ya no ataca las zonas de cerebro, como lo hacía antes, ahora ataca las conexiones de los diferentes tres cerebros entre sí, un espacio donde no encontramos el mecanismo de defensa oportunos, y donde ni siquiera identificamos tales ingresos de información como algo de lo que haya que defenderse. La publicidad incluso puede llegar a disfrutarse en sí misma, entonces mi cerebro no interpreta “ataque” sino distracción. Es más largo y complejo, pero la idea ya deja clara que la dinámica publicitaria hoy en día está muy encima de la propia intención y necesidad de consumo.

    En conclusión, ya sea por los dos factores mencionados sobre la modificación de la intención de consumo (publicidad y canal o logística), tanto como por la intervención o diseño fiscal o estatal en los productos, vuelvo a afirmar que “la demanda ya no manda”, y que es imprescindible que nuestras estrategias comiencen a considerar esta situación actual, real y concreta de los hechos:

    1) La producción (utilización de animales) es el único punto que nos interesa. La demanda y la oferta son factores cada vez más independientes.

    2) La oferta interviene más sobre la producción que la propia demanda.

    3) La producción tampoco depende exclusivamente de la oferta.

    4) Cada día existen menos puentes de conexión entre demanda y producción.

    5) El movimiento animalista, cada vez más, está trabajando en la reducción de la demanda (mediante la concienciación) como vía única.

    6) Tenemos un problema: la guerra se está librando en un campo de batalla que ni siquiera sabemos donde está. Eso quiere decir que en realidad todavía no estamos combatiendo.

    Un abrazo, y perdón por la parrafada!

  8. Hola a todos. Interesante debate. No tengo demasiado tiempo así que me centraré en muy poco.

    Primero he de decir que considero muy poco realista el análisis general por parte del autor, y por momentos tendencioso.

    Me centraré en este comentario que ejemplifica lo que digo:

    «[…] Una estrategia muy difundida, en particular en el Reino Unido, descansa en la idea de que podemos acabar con el uso de animales no humanos si nos centramos en ir cerrando una a una las empresas que se dedican a este, desentendiéndonos de la demanda de tal uso. Entiendo que tenemos evidencias suficientes para afirmar que tal idea es falsa (no sólo no es realista la idea de que podríamos tener la fuerza para cerrar todas estas empresas, sino que el funcionamiento del mercado muestra que en cuanto la demanda no sea alterada, surgirá una oferta para cubrirla). Por tanto, creo que se puede defender que tal estrategia no puede tener éxito. Y se puede concluir, así, que en la actualidad está conduciendo al fracaso a una parte importante del movimiento».

    Este análisis es pretendidamente estratégico, pero voy a demostrar por qué se queda en otro análisis filosófico carente de perspectiva.

    Ni defiendo ni critico dicha estrategia, que quede claro.

    Ante el ejemplo de «Marta y María» que trata de visualizar lo defendido por el autor, yo voy a usar un ejemplo histórico: en las décadas de los 50 y 60 del S.XX Martin Luther King llevó a cabo (espero que aquí estemos de acuerdo que con éxito) una lucha contra el racismo y la segregación de los afroamericanos en USA.

    Su objetivo era la igualdad entre ciudadnos independientemente del color de su piel.

    Su estrategia fue, precisamente, ir realizando campañas en focos concretos de racismo en el Sur: Montgomery, Albany, Birmingham, St. Augustine, Chicago…

    Aun teniendo en cuenta las diferencias existentes entre un movimiento y otro, lo que está claro es que la táctica de King no era sencillamente ir «cerrando focos de segregación» si no, y esto es en lo que el análisis del autor falla y falla profundamente, era ir consiguiendo pequeños éxitos que cumplían un doble objetivo:
    a) Dar entidad e identidad a un movimiento social creado recientemente; aglutinar a los militantes y hacerles ver que el objetivo era posible mediante el efecto psicológico de pequeñas victorias

    y más importante aún b) conseguir la atención mediática suficiente para que su lucha sembrara la semilla del debate social necesario para hacer llegar sus demandas a la clase política y legisladora.

    Consiguió ambas cosas.

    Si se quiere ver que ambos movimientos son demasiado distintos como para poder compararlos, yo recomiendo que se vuelva a analizar el ejemplo de «Marta y María» a la luz de la realidad de recursos humanos del movimiento por los derechos de los animales (aquí me permito hacer una pequeña digresión para apuntar que me parece muy negativo el empeño de determinados sectores de llamar a nuestro movimiento «movimiento antiespecista», de nuevo se quiere poner el acento en la corrección formal del término a pesar de las evidentes dificultades comunicativas del prefijo -anti),antes de descartar mi ejemplo.

    Repito que no defiendo ni critico la estrategia que el autor (a mi modo de ver prematuramente y en base a su puesta en práctica por otros, haciendo ver que ésa es la única manera de ponerla en práctica) describe como la conductora al «fracaso [de] una parte importante del movimiento».

    Se podría argumentar aquí que si es puesta en práctica de manera distinta, aunque comparta la misma base, se estaría hablando de otro tipo de estrategia y por lo tanto el análisis del autor sería correcto. A esto contestaría de la siguiente forma: es innegable que es difícil que la mayoría de activistas que forman parte del movimiento (en vista de sus actuales análisis de las estrategias) llegasen a interiorizar que se tratase de dos estrategias ditintas. Este análisis del autor ejerce una influencia determinante para la formación de ideas propias de los activistas ante cualquier intento de llevar a la práctica dicha estrategia, aun si se hace de manera distinta. Y si es que se va a ser honesto aquí tendremos que reconocer que esto es una posibilidad muy creíble.

    El movimiento cae constantemente en la pleitesía estratégica a los líderes ideológicos del mismo, cosa a la que hace tiempo ya renunciamos algunos de los que intentamos trabajar en esto.

    Me parecería excelente «analizar comparativamente la eficiencia de las estrategias» pero si ponemos los pies en la tierra para ser realistas por un segundo me gustaría preguntar: ¿cómo llevar esto a la práctica?, ¿accederán las distintas orgs. que llevan a la práctica unas y otras estrategias a sentarse amistosamente a comparar los resultados?,¿alguien ha pensado antes de proponer esto que el movimiento está siendo partido por la mitad a sabiendas y a conciencia para formar un «nuevo movimiento verdaderamente abolicionista»?

    Finalizaré diciendo que me parece muy respetable el análisis llevado a cabo por Óscar Horta, aun con las discrepancias que he mostrado hacia él. por supuesto es necesario el debate. Pero el debate alejado de la realidad de los RRHH y la involucración REAL de las personas que forman las organizaciones me parece negativo, pues sólo alimenta, de nuevo, posibilidades que, aun deseables, son sencillamente a día de hoy no posibles.

    Me quedo con lo apuntado por Guillermo «[…]Por tanto, en la mayoría de los casos la alternativa que nos queda es la intuición basada en el reducido conjunto de información de que disponemos».

    Un saludo a todos.

  9. ¡Gracias una vez más por vuestras contribuciones al debate!
    Voy a comentar algunos de los puntos tratados. Comienzo sobre los temas de los que propiamente trata la entrada.
    Creo que hubo un malentendido en el ejemplo del ajedrez. En lo que comenta LeoV sobre él, estoy totalmente de acuerdo con su análisis. Realmente las posibilidades que quería considerar no eran (a) cambio de peón x dama o (b) de peón x torre, sino: (a) dama x peón; (b) dama x torre. Igual eficacia en ambos casos, pero distinta eficiencia. Efectivamente, como muy bien dices la táctica tiene sentido dentro de una estrategia, es un paso en esta. Si para el triunfo de nuestra estrategia necesitamos quitar una reina, necesitamos una táctica que funcione para eso, no otra que funcione para otra cosa por muy eficientemente que lo pueda hacer. Si necesitamos quitar una dama, quitar la torre, aunque pueda parecer ventajoso, puede no tener ninguna utilidad para el seguimiento de nuestra estrategia. O sea que cambiar peón por torre puede ser inútil, lo que necesitábamos era quitar la reina, ¡estamos de acuerdo!
    Las consideraciones que haces identificando al branding al avance del mensaje de la concienciación no me terminan de quedar claras, pues no tengo claro qué es realmente un avance de tal tipo. La cuestión creo que es bastante compleja, pues una cosa es que alguien asuma que hay que tener en cuenta a los animales no humanos, otra que rechace el especismo y su uso, otra que se tenga una imagen positiva de los “defensores de los animales”, o que se tenga una visión de estos como profesionales, etc. Por ejemplo, una campaña que a ojos de gran parte de la población presente como locos a los defensores de los animales, pero que haga que un porcentaje reducido de esta se plantee el antiespecismo y el veganismo, ¿es un avance en tal concienciación? Hay distintas categorías a considerar. Y tal vez algo parecido suceda en lo que llamas ventas.
    Me pierdo un poco en este punto: “la concienciación es tarea liberacionista, y las reformas suele ser tarea bienestarista”, y en lo que continúa. El liberacionismo es la búsqueda del fin del uso de los animales como recursos (de forma involuntaria por su parte, claro está). (Un apunte: téngase en cuenta que los fines del liberacionismo son más limitados que los del antiespecismo, que busca el fin de la discriminación de los animales no humanos, lo que no se reduce al fin de su uso, e incluye también, por ejemplo, la acción positiva a su favor). El bienestarismo es la posición que acepta el uso de animales no humanos y busca la disminución de los daños ocasionados a los animales por tal uso. Ambas posiciones pueden defenderse con diferentes estrategias (fundamentalmente creo que podemos distinguir las tres que he comentado anteriormente: reducción de la demanda, obstaculización de la oferta por legislación y obstaculización del uso por ley, que pueden ser combinadas entre sí, ¿se os ocurre alguna otra que no quepa en modo alguno dentro de estas?). Y estas estrategias pueden implementarse mediante diferentes tácticas. Esto es así tanto para el bienestarismo como para el liberacionismo. Las reformas (sean regulacionistas o no) pueden ser llevadas a cabo con carácter tanto estratégico como táctico en ambos casos. Esto es, tanto si lo que queremos es únicamente mejorar la situación de los animales utilizados sin cuestionar tal uso como si queremos combatir tal uso. El liberacionismo puede, por qué no, seguir la vía política, tanto en lo que toca al plano legislativo como en el plano ejecutivo. Asimismo, el bienestarismo sí considera que la concienciación es necesaria, y de hecho, hacen muchas campañas dirigidas al público. Lo único que sucede es que busca concienciar no sobre la discriminación de los animales no humanos, sino sobre la necesidad de minimizar los daños que se les ocasionan en su uso. No ha de confundirse, como a menudo hacen quienes se oponen al regulacionismo, el liberacionismo (o la búsqueda de la abolición del uso de animales, que es lo mismo) con el rechazo del regulacionismo, ni el regulacionismo con el bienestarismo. Una división a la que hace alusión en su comentario Koke que trazan muchos de quienes usan el nombre del abolicionismo precisamente se basa en no tener en cuenta esto. Se basa en la identificación entre regulacionismo y bienestarismo. El regulacionismo es una vía de acción. Puede seguirse con carácter estratégico por parte del liberacionismo, con carácter estratégico por parte del bienestarismo, o con carácter táctico para desarrollar estrategias para conseguir fines tanto bienestaristas como liberacionistas.
    Me convence, desde luego, la defensa que haces de la idea de que la eficiencia es un concepto interno, y la eficacia un concepto externo. Con todo, no termino de entender por qué ello niega que para ser eficiente haya que ser eficaz. Va en la propia definición de eficiencia como eficacia/recursos. Si alguien es eficiente produciendo un producto que no se vende, se es eficaz en la producción. No se es eficaz, sin embargo, en la satisfacción de demanda. La estrategia de mercado es lo que ha fallado. Se ha sido eficaz, sin embargo, en el proceso productivo. Creo que si aceptamos esta distinción podemos seguir hablando de eficiencia en función de nuestros objetivos finales. ¿Cómo lo ves, LeoV?
    Una pregunta, distingues entre: maltrato supuesto (especismo) y el maltrato metódico (cosificación). Te refieres con esto, respectivamente, a las actitudes discriminatorias y al uso de hecho de los animales no humanos como objetos, ¿no?
    Finalemente, también creo que podríamos llegar a un acuerdo aquí. Indicas: “Mi respuesta sería poner a trabajar a Marta durante 100 horas, y así recaudar 9000€… es broma y no lo es…”. Realmente creo que en cuestiones tácticas tienes razón. El ejemplo de Marta y María únicamente lo quería plantear para distinguir qué es la eficacia y qué la eficiencia. En la práctica, para un objetivo táctico a corto plazo puede ser mejor poner a trabajar la más eficaz y menos eficiente. Sólo creo que más eficiencia y más eficacia confluyen cuando estamos ante objetivos estratégicos a muy largo plazo. Pero, y esto es extremadamente importante: que haya que optar por una estrategia más eficiente no quita que en ciertos casos sea mejor optar por tácticas menos eficientes y más eficaces.
    Esto tiene mucha relación, entiendo, con lo que apunta Koke, que ha indicado los que a mi entender son dos valores tácticos extremadamente útiles que ciertas vías de acción pueden tener: el efecto
    psicológico de pequeñas victorias y la atención mediática. Este parece bastante evidente. Ello puede llevar, así, a que ciertas vías de acción, que como estrategias puedan no funcionar, puedan ser muy útiles en cuanto tácticas. Digo algo sobre esto en una nueva entrada. Las vías de acción no son eficientes en sí mismas, sino que lo son en función de sus objetivos. Así, aunque creo que encauzar al antiespecismo a realizar campañas contra cierres de establecimientos uno por uno no va a llevar a que la producción de animales no humanos cese finalmente, creo que hay casos en los que una campaña de este tipo puede ser muy útil dentro de una estrategia distinta. Otro ejemplo: si cada fin de semana rescatamos a tres gallinas, parece que ello no hará que liberemos a todas las gallinas. Pero podemos, mediante tal rescate, conseguir los efectos que Koke plantea, si lo publicitamos y con ello llamamos la atención de la gente sobre la cuestión, recabamos apoyos, etc. Igual que en el caso del cierre de establecimientos. El problema no está en la vía de acción seguida en sí. No son realmente las vías de acción las que deben ser examinadas, sino la estrategia o táctica en la que se encuadran, y su utilidad dentro de ella. El problema es si tal vía de acción constituye una base eficiente para conseguir nuestros objetivos ya sean estratégicos, ya tácticos. Esto es algo en lo que, como ya he dicho arriba, me opongo totalmente a quienes consideran que el regulacionismo es per se inadecuado o correcto, sin más análisis. Puede ser, por supuesto, que haya vías de acción que rara vez sea conveniente seguir, o que prácticamente nunca lo sean. Pero ello no creo que radique en la acción como tal, sino en el marco y en el plan en la que se encuadra.
    En todos estos puntos creo que, aclarando algunos posibles malentendidos, podemos llegar a estar de acuerdo, al menos en una gran parte.
    Al margen de estas cuestiones LeoV y Koke habéis planteado otros problemas que ya entran a debatir qué estrategias son preferibles. Realmente, insisto, como dije en el anterior comentario, mi objetivo en esta entrada no era propiamente discutir qué estrategia es más eficiente, sino simplemente indicar que el análisis de cuál es la estrategia que se ha de seguir ha de ser llevado a cabo en términos de cuál es más eficiente. El ejemplo del regulacionismo es claro porque el análisis comparado de su eficiencia no es llevado hoy a cabo casi nunca, ni por quienes se oponen a él ni por quienes lo defienden.
    A mí aquí no me interesaba entrar a debatir estos temas, por el motivo siguiente. La cuestión es enormemente compleja y para dar cuenta de ella adecuadamente es imprescindible tener en cuenta un número muy amplio de variables. Y es imposible en una entrada de un blog de unos pocos cientos o miles de palabras hacer esto. Un análisis apropiado de la cuestión tiene que ser muchísimo más extenso y complejo. De ahí que, aunque en algún punto haya apuntado mis opiniones personales, haya renunciado a argumentar realmente en este sentido. Como el tema ha salido, diré sólo aquí algunas ideas muy generales, pero sin entrar en una discusión en profundidad, pues esta requeriría de un texto, como digo, mucho mayor.
    Estoy conforme en que la demanda no determina la producción de animales, pero sí creo que es una condición indispensable para esta. Se ha de tener aquí en cuenta la distinción entre razón necesaria y suficiente.
    (En España, por ejemplo, no se vende mucho aceite de maíz por factores que tienen que ver con la oferta. Sin embargo, no se vende aceite de colza no por eso, sino porque el público no lo compra, debido a la creencia, equivocada, de que es tóxico −porque en los 80 hubo una intoxicación masiva de este aceite alterado−).
    LeoV apunta, con razón: “[n]os importaría muy poco que la gente deje de consumir productos animales si los productos animales se seguirían fabricando de todos modos.” Cierto. El ejemplo de la política agraria europea es clarísimo. Balluch tiene parte de razón aquí. Lo que pasa es que lo que en cualquier caso no va a suceder de ningún modo es que se dejen de producir animales si su demanda permanece igual. Puede que la disminución de la demanda, mientras sea reducida, no sea suficiente para disminuir la producción. Pero es algo, en cualquier caso, imprescindible para ello. Y, por otra parte, si la demanda baja hasta un punto muy, muy notable tal producción no podrá continuar.
    Disiento con LeoV, con todo, en el punto siguiente. Creo que los movimientos animalistas prácticamente no trabajan en la reducción de la demanda. En España se trabaja algo en esto, lo que constituye una excepción en la dinámica general. En el norte de Europa y en otros países es un trabajo mínimo. No hay ninguna campaña por la disminución de la demanda a la que se destinen los fondos de las campañas destinadas a la legislación o la oferta.
    (Un apunte sobre esto: “[l]a producción (utilización de animales) es el único punto que nos interesa”. Si somos liberacionistas, sí, desde el antiespecismo nos interesa algo más, como he apuntado, aun cuando por motivos estratégicos nos centremos en el uso de animales).
    Otra nota. Creo que es correcto lo que Koke apunta con respecto al uso «movimiento antiespecista». El problema es, a mi entender, que, como se indica también en otro texto de este blog, https://masalladelaespecie.wordpress.com/2009/04/07/liberacion-animal-derechos-animales-igualdad-animal…/ (no repetiré aquí los argumentos allí indicados) ninguna de las alternativas es satisfactoria.
    Bueno, me temo que esto ha sido también muy extenso… el debate está siendo muy interesante, en mi opinión, de nuevo ¡muchas gracias por vuestras aportaciones!

  10. «El ejemplo de la política agraria europea es clarísimo. Balluch tiene parte de razón aquí. Lo que pasa es que lo que en cualquier caso no va a suceder de ningún modo es que se dejen de producir animales si su demanda permanece igual. »

    Quizás aquí habría que matizar que no sucederá nunca siempre y cuando el coste de producción sea asumible. Pasado este umbral, por mucha demanda potencial que haya, no podrá asumirse su producción.
    Es por esta razón que hay cosas que estarían muy demandadas (por ejemplo, uno dos BMW para cada ciudadano) pero no se puede asumir por lo limitante de los costes de producción.
    Esto puede ser un detalle obvio y nimio o un detalle importante, porque creo (no estoy seguro) que hay algunas líneas de acción destinadas a aumentar los costes de producción.
    Por otro lado, si se incrementa, entonces entra el juego la competencia con el producto vegano, por ejemplo, y entramos en un contexto diferente.

    Un saludo

  11. Iré aportando algunos mensajes tratando cada punto por separado, además para no extenderme demasiado (la capacidad de resumen no es mi fuerte =))

    1) Sobre la demanda, la oferta y la producción.

    [Antes que nada decirte que si bien acepto como argumento lo que planteas del aceite, es un ejemplo que parte de una variable excepcional, o extraordinaria, como es el caso de que determinado aceite ha generado una paranoia social respecto a su consumo. Esto demuestra, sí, que existen factores de modificación repentina del consumo, algo que pasa casi a diario con los medicamentos. Lo que creo es que no podemos tomar una excepción de mercado como una regla de mercado. Habría que realizar un estudio de qué hubiera pasado si ese aceite jamás hubiera puesto en peligro la vida de sus consumidores.]

    “Quizás aquí habría que matizar que no sucederá nunca siempre y cuando el coste de producción sea asumible. Pasado este umbral, por mucha demanda potencial que haya, no podrá asumirse su producción”

    Me parece de suma importancia analizar este hecho que apunta Fuerza Vegana. Puntualmente en el terreno de los animales utilizados para consumo se está viendo, cada vez más, un quiebre en el modelo de políticas fiscales que nos lleva a un fracaso rotundo como sistema intervencionista, y que dejará una deuda interna europea descomunal, como nunca antes se había visto y como nunca más se podrá volver a ver. Tanto la sanidad como la alimentación tienen un mismo origen de desfase, y es el consumo de productos de origen animal. Lo bueno es que el sector político ya lo sabe, el problema es que no sabe muy bien qué tiene que hacer al respecto.

    Afirmación: cada litro de leche de más que se consuma contribuye a la ruina del sistema fiscal europeo. Veremos por qué… (se puede considerar que el consumo de leche es un hecho relativo, y de hecho es cierto; yo personalmente soy de la idea de que debemos relativizar todas las formas de explotación. De todos modos, aunque con pequeños factores que lo intervienen, se comporta igual que el sector de la carne. No así los huevos, por poner ejemplos)

    El crecimiento demográfico juega un rol fundamental. Antes os decía que podría utilizar 50 páginas explicando la situación actual de la leche, y es que llevo varios meses leyendo al respecto. La leche es un producto tendiente a morir pero que intentan mantener vivo a fuerza de respiradores automáticos basados en inyección de dinero público que rebaje sus costes de producción, y por tanto de colocación tanto interna como externa. La demanda ha bajado en términos individuales, no en términos absolutos: el crecimiento demográfico sigue su curso, y si bien nos venden que va descendiendo la tasa de crecimiento EN TÉRMINOS PORCENTUALES, el crecimiento sigue siendo la variable EN TÉRMINOS SUMATORIOS. Tratan de engañarnos con el descenso en la tasa de natalidad, lo que en realidad es una desaceleración pero no una reducción, a la vez existe un aumento en la edad media para la esperanza de vida. Esto quiere decir que porcentualmente crecemos menos que hace diez años, pero cada año hay más humanos en Europa, y cada año más que el anterior. Algunos piensan que este fenómeno es un escenario preocupante al corto plazo pero no al largo, puesto que la tendencia será un descenso a medida que las personas más maduras vayan muriendo. Pero hay muy poco de cierto en ese análisis. Lo que no se está considerando es que el crecimiento de individuos modifica la unidad promedio o porcentual, quiere decir que hace 40 años un 10% de la población eran 2 millones de habitantes, y ahora el 10% de la población son 4 millones de habitantes, por poner un ejemplo.

    Hay un ejemplo muy claro. En un estanque con algas podemos ver que las algas, que crecen de forma exponencial, tardarán 30 días en cubrir la mitad del estanque. En un razonamiento simple podemos pensar, por tanto, que nos quedan 30 días para que el resto del estanque esté cubierto por algas, pero eso no es así. Al principio había solamente una unidad reproductora, que al día siguiente se multiplicó, por lo que el segundo día ya contábamos con dos unidades reproductoras. El tercer día no había tres sino cuatro unidades reproductoras, y al cuarto día ya había ocho. Mediante este análisis podremos observar que las algas necesitarán solamente UN DÍA para cubrir el resto del estanque.

    Yo me pregunto entonces ¿tenemos en cuenta el crecimiento demográfico al momento de plantearnos una estrategia enfocada en la demanda?

    Con esto quiero decir que, por ejemplo en el caso de la leche, el descenso individual del consumo de leche se está viendo compensado con el aumento total de dicho consumo.
    Como bien decías, Oscar, en uno de tus mensajes, los análisis de factores de consumo pueden ser una forma práctica de medir el avance, o no, del activismo de conscienciación que realiza el movimiento (en general, sea cual sea su vertiente filosófica) que se opone al consumo de leche (por poner un ejemplo). Pero esos estudios son absolutamente vagos e incompletos si lo que queremos determinar es, en definitiva, cuánto benefician y cuánto no benefician nuestras acciones a los animales en régimen de explotación (producción), si hemos logrado reducir la cantidad de individuos explotados como consecuencia de la baja en el consumo individual de leche.

    En un momento argumentas “Estoy conforme en que la demanda no determina la producción de animales, pero sí creo que es una condición indispensable para esta. Se ha de tener aquí en cuenta la distinción entre razón necesaria y suficiente”

    Es interesante la distinción que haces entre necesaria y suficiente. Lo que quizás no se entendió de mi mensaje, y que trataré de abordar desde otra perspectiva pero insistiendo en lo mismo, es que la demanda hoy en día (en su mayoría, según la dinámica logístico-comercial) es la demanda de alimentarse a bajo coste y de forma cómoda, pero no alimentarse “de leche” o “de carne”. La leche o la carne ha sido lo que la PAC ha decidido que intervendrá con maniobras financieras, ya que se trata de una de las variables que más dinamiza el consumo de grano de forraje, que es hoy en día un acelerador de partículas económicas del macro mercado alimentario y financiero.

    Para explicarme mejor: no hay demanda de carne, hay costumbre de carne. No hay demanda de leche, hay costumbre de leche. ¿Y qué genera la costumbre en el modelo comercial actual? El propio mercado: con sus recursos fiscales y sus recursos comunicacionales. Si la carne costara lo que debe costar no estaría demandada, o al menos se reduciría en un tantísimo por ciento, lo que en términos sociales haría que su descenso cultural sea vertiginoso en pocas generaciones, hasta llegar a ser un sector tan residual (como ha pasado con muchos sectores en la historia) que acabaría desapareciendo, tal y como apunta Fuerza Vegana.

    Por otra parte mi análisis socio-filosófico de la explotación de los animales me hace pensar que el especismo podría considerarse como la causa de la explotación, pero también considero que la explotación es la causa de la cosificación, o la cosificación es un recurso de la explotación, lo que elimina cualquier posibilidad de que los animales sean considerados sujetos de discriminación (no solamente en los animales de consumo). Las cosas no se discriminan. Esto hace que el avance del mensaje anti-especista carezca, en cierto modo, de efectividad en el conjunto de la sociedad.

    Con esto, y sin querer entrar en un debate sobre lo oportuno o no de la utilización del mensaje antiespecista, quiero decir que la eliminación (o al menos gran disminución) de la explotación (maltrato metódico) es, a mi modo de ver, un paso imprescindible que se debe dar con antelación a cualquier mensaje que apunte a la consideración del resto de animales como sujetos de discriminación. Pensemos que ese “maltrato metódico”, o utilización metódica de los animales, implica la utilización de recursos de defensa como la propia cosificación. (Cuando hablo de recurso de la explotación como mecanismo de defensa no me refiero a que se defiendan de nosotros, los antiespecistas, eso sería otorgarnos un poder que no tenemos. Me refiero a que es un recurso tácito, no deliberado, para afianzar el materialismo y conveniencia económica de la propia explotación, pero que influye contrariamente en nuestro cometido de pedir una consideración para que no se discrimine a los animales. Me acerco a Nibbert aunque cambio especismo por cosificación; en sí entiendo que el especismo es anterior incluso a la explotación y utilización de los animales, no así la cosificación).

    De esta forma afirmo que una reducción importante de los animales en régimen de explotación, mediante la modificación de políticas fiscales (apuntamos a la producción y no a la demanda), nos dejaría el siguiente escenario:

    – Una reducción de los individuos explotados, que podría ser considerado como una sumatoria de aboliciones parciales o individuales y es en sí una mejora: corto plazo.

    – Una menor capacidad de propaganda del RECURSO cosificador de la explotación como fusible de choque a la consideración de una discriminación especista: medio plazo.

    – Un menor consumo de productos de origen animal lo que cambiará la condición cultural de alimentarse, por parte de las personas: largo plazo.

    En este sentido la trasmisión cultural del animal/cosa descendería, y dejaría paso a la consideración del animal como sujeto de discriminación, aunque en ese momento, claro!, seguiría siendo discriminado. Creo que recién ahí estaremos en condiciones de hablar más, y más claro, del especismo y el antiespecismo.

    2) Esto me da paso a volver a hablar de eficacia y eficiencia.

    Considero en que la eficiencia en el mensaje debe ser considerada también. Enviar un mensaje correcto es lo fácil, puedo hacerlo, de hecho, en medio de una isla desierta (no es una broma, el otro día vi una pegatina que ponía “veganismo es justicia”, el problema es que la habían pegada en una plaza de toros). He sido correcto, he enviado el mensaje correcto, la pregunta es si ese mensaje es eficiente y es eficaz. Si mi objetivo es solamente enviar el mensaje sin lugar a dudas he sido ambas cosas. Pero tanto si apostamos por una estrategia de dirigirnos a la sociedad en su conjunto para generar consciencia, o solo al sector político (los que apostamos por el lobby), o seguimos una estrategia comercial (como el caso de Vegania), incluso si apostamos por TODAS esas estrategias a la vez, necesitamos utilizar un mensaje, y necesitamos que ese mensaje sea eficaz, a la vez que el método que escojamos sea lo más eficiente posible.

    A mi modo de ver nuestro desafío radica en encontrar mensajes sin concesiones, como apunta Veganofilo, pero que cumpla su objetivo de generar el cambio en el receptor. Los que apunten a la sociedad/toda deberán establecer encodificaciones susceptibles de ser decodificadas por la sociedad/toda; los que apostemos por el mensaje al sector político debemos encontrar encodificaciones que puedan ser decodificadas por una persona que cumple un rol político; de esta forma necesitamos perfeccionar la encodificación. Para ello es necesario perfeccionar la decodificación de nuestro target, intentando navegar en la común conciencia del target, por lo que nos encontramos en la dinámica de: decodificación + encodificación (de forma interna) + decodificación (por parte del target). Tres pasos inevitables para generar un cambio en el sistema de códigos.

    En este sentido veo en la cosificación de los animales un problema de retorno al momento de hablar del antiespecismo. Hacer un paralelismo con otras formas de discriminación me parece bien, suele ser ilustrativo, lo que no considero es que sea eficiente. Si mis recursos me permiten obtener la atención del decodificador (cosa que ya es un logro en la sociedad actual) creo que debemos tender a formas más eficientes de generar el cambio. Si no genero el cambio en el sistema de programación neurolingüística del decodificador entiendo que he desaprovechado una oportunidad que podría haber generado un cambio que beneficiaría a los animales, tanto en la sociedad como en el sector político, indistintamente.

    Quiero decir que insistir con terminología y argumentos difíciles de asumir son un derroche de recursos, y esto nos ubica en una táctica o estrategia poco o nada eficiente.

    Con todo no niego nada de lo que afirmas respecto a que el objetivo antiespecista es más amplio que el objetivo liberacionista, no es mi intención plantear un debate en este sentido, lo que sí considero imperativo (hablando de eficiencia) es que apostemos por modelos de mensajes que sean susceptibles de ser decodificados fácilmente. Lo importante no es el código, sino la encodificación del mismo, la que tiene que estar basada en una decodificación previa de la común consciencia del target.

    Probablemente nuestra divergencia de opiniones radique en un punto mucho más profundo, y es que personalmente considero que el mensaje antiespecista no es apropiado aunque sí correcto, pienso que no ha llegado su momento todavía, por todo lo que he argumentado en los cuatro párrafos anteriores. En cualquier análisis estratégico debemos considerar no solamente el “qué” hacer, sino el “cómo” hacerlo, y eso lo plasmas claramente en tu post, pero también el “cuándo” y el “dónde” son factores de absoluta consideración estratégica.

    3) Apuntas “Las consideraciones que haces identificando al branding al avance del mensaje de la concienciación no me terminan de quedar claras, pues no tengo claro qué es realmente un avance de tal tipo. La cuestión creo que es bastante compleja, pues una cosa es que alguien asuma que hay que tener en cuenta a los animales no humanos, otra que rechace el especismo y su uso, otra que se tenga una imagen positiva de los “defensores de los animales”, o que se tenga una visión de estos como profesionales, etc.”

    Creo que tienes muchas razón en esto, de hecho no he sido muy claro en un principio. La división clasificatoria que hago normalmente, y que asumo que no he dejado clara desde el comienzo, radica en dividir aquello mesurable de aquello que no lo es. Creo que hay cosas que podemos medir como resultados positivos, y otras que no. Personalmente pienso que no existe ninguna forma fiable de medir el avance del mensaje de concienciación al conjunto de la sociedad. En estadísticas el tamaño de la muestra suele ser inversamente proporcional al tamaño de la variable de la medición. Quiero decir que si pretendemos saber cuántas personas hay en España partidarias del PP y cuántas del PSOE podríamos coger una muestra de 400 personas y obtener un resultado bastante fiable. Si en cambio pretendemos encontrar cuántos son del Pacma y cuántos del partido de la marihuana, nuestra muestra tendría que ser mucho más grande, porque es posible que entre los primeros 400 no haya ni siquiera uno solo de ellos. En este sentido no tenemos herramientas a nuestra disposición para medir efectivamente el avance de la divulgación del veganismo, o del mensaje antiespecista.

    En cambio medir el cierre de una granja o una tienda, la abolición de las corridas de Catalunya, el aumento de medidas restrictivas para la vivisección, o la reducción de los animales explotados en determinada explotación, esas son para mi “las ventas”.

    Lo otro que tampoco expliqué es por qué les llamo “ventas” y por qué a lo otro le llamo “branding”. Igual que en una empresa (organización), nuestras asociaciones o grupos de trabajo se componen de órganos. Esos órganos, como bien apunta Koke, son RRHH. En una empresa la motivación es algo básico, y aquí adhiero a lo manifestado por él en su mensaje. Las ventas en una empresa son lo que mantiene viva a la empresa, como el alimento de cualquier organismo. Lo que está claro es que no vivimos para comer, sino que comemos para vivir. Las ventas, o victorias mesurables, son necesarias para la vida de una organización aunque su objetivo sea otro. Muchas personas piensan que el objetivo de una organización es vender y vender, suelen ser los gerentes de las empresas que fracasan al mínimo cambio. Muchas personas también viven para comer, el hecho de que existan empresas y personas así no deslegitima el concepto.

    En este sentido entiendo que una organización necesita “ventas” para sustentar su “branding” como ya apunté en otro mensaje.

    De aquí podría hacerse una lectura errónea: “LeoV dice que necesita hacer acciones con resultados mesurables para mantener al activismo motivado”. No es así exactamente. Por un lado sí que me parece MUY importante la motivación del activismo, de los órganos de la organización, pero en realidad esta cuestión envuelve una medición inequívoca de la efectividad del mensaje y por tanto del branding, como ya apunté en mi anterior mensaje, pues el trazar pasos efectivos (tácticas) en una estrategia nos permitirá evaluar la efectividad de las mismas y por consiguiente el análisis de la satisfacción estratégica.

    4) Liberacionismo, bienestarismo, regulaciones, conscienciación.

    El último punto que me queda responder es éste.

    Te doy la razón, y sin duda he sido un poco apresurado al agrupar bienestaristas y regulacionistas por un lado, y liberacionistas y conscienciadores por el otro.

    En este sentido estoy absolutamente de acuerdo contigo, entiendo que pueden existir, y de hecho existen, ambas acciones en ambos grupos. Así y todo estoy analizando esta cuestión desde lo práctico, y no desde lo teórico.

    Cuando hablo de concienciación, tampoco he sido claro, me refiero a aquella que cuestione que los animales deban ser utilizados. Es verdad que los bienestaristas hacen concienciación del bienestarismo, de hecho conozco muchos veganos colaborando con organizaciones bienestaristas que no confían en un modelo de mensaje que cuestione la utilización de animales. Creen, de hecho, que el bienestar es lo máximo posible que podemos conseguir para ellos en nuestra sociedad, incluso a largo plazo.

    Por eso dije que la concienciación está en manos liberacionistas, me refería a la concienciación de la no utilización de animales.

    Respecto a las reformas y regulaciones en realidad me estoy refiriendo no a la clasificación categórica, sino al análisis de lo que hoy en día está sucediendo. En España, puntualmente, apenas existen organizaciones liberacionistas dispuestas a establecer avances políticos. En cierta medida tienen algo de razón, pero el tener la razón muchas veces lleva a la pasividad. O bien porque se trata de formaciones anarquistas o antisistema, o bien porque determinadas doctrinas intelectuales o teóricas se lo impiden, o bien porque no confían en el camino político, lo cierto es que en las negociaciones políticas las mesas se ocupan con representantes de organizaciones bienestaristas. ¿Por qué? Lo cité en mi mensaje anterior, “3) la política no se ve atraída por el “branding” liberacionista”.

    Y para terminar, además de pedir perdón por la extensión de mis mensajes, me gustaría insistir sobre mi desacuerdo sobre el tema de la entrada, en cuanto a la relación entre eficiencia y eficacia.

    “Si alguien es eficiente produciendo un producto que no se vende, se es eficaz en la producción. No se es eficaz, sin embargo, en la satisfacción de demanda. La estrategia de mercado es lo que ha fallado. Se ha sido eficaz, sin embargo, en el proceso productivo. Creo que si aceptamos esta distinción podemos seguir hablando de eficiencia en función de nuestros objetivos finales. ¿Cómo lo ves, LeoV?”

    Lo veo bien. Acepto el concepto de eficacia. Lo que no acepto es que algo inútil pueda ser eficaz.

    Un abrazo!

  12. Una aclaración necesaria.

    Quizás se puede malinterpretar la última frase de mi último mensaje, me acabo de dar cuenta de ello.

    Cuando digo que no puedo aceptar que algo inútil pueda ser eficaz me refiero a que considero que el concepto de eficacia viene determinantemente ligado al concepto de utilidad; mejor dicho, el concepto de eficacia supone la utilidad. No así el de eficiencia. Algo inútil puede ser eficiente, pero no puede ser eficaz.

    Ahora entiendo y comparto, Oscar, cuando me hablas de la diferencia entre la consideración de los eficaz al largo plazo y al corto, básicamente por lo difícil que resultaría considerar la utilidad de una estrategia a un plazo que está muy lejos de llegar.

    En ese caso en cuando yo, humildemente, recomiendo a los estrategas a medir la efectividad táctica para evaluar la marcha de la estrategia al largo plazo. Es como realizar un camino muy largo pero cada X cantidad de metros parar a verificar que vamos por el camino correcto. Eficacia sería decir “sí, sigo por el camino correcto”, eficiencia sería decir “he hecho este trozo de forma muy rápida, me he cansado muy poco, además de que he gastado muy poco mis zapatillas”.

    Un abrazo a todos!

  13. Hola de nuevo, y enhorabuena por vuestras interesantes contribuciones.

    Creo que igual puede ser excesivo que me extienda mucho en la respuesta a los comentarios anteriores, así que únicamente comentaré algunas cosas que me parecen relevantes. Acerca de esto que apunta LeoV:

    “la demanda de alimentarse a bajo coste y de forma cómoda, pero no alimentarse “de leche” o “de carne”. La leche o la carne ha sido lo que la PAC ha decidido que intervendrá con maniobras financieras, ya que se trata de una de las variables que más dinamiza el consumo de grano de forraje, que es hoy en día un acelerador de partículas económicas del macro mercado alimentario y financiero”

    Efectivamente, es cierto que la gran fuerza de presión de los ganaderos europeos/as juega un peso muy importante para que la UE financie la explotación animal de la que estos son responsables. Totalmente de acuerto en esto. Ahora bien, disiento de la frase inicial. La gran mayoría de la gente no sólo desea alimentarse. Quieren asimismo comer determinados productos, quieren ciertos sabores, que incluyen aquellos que se obtienen al consumir productos animales. El motivo seguramente sea que desde niños/as hemos comido casi todo el mundo tales productos. Pero la consecuencia es que la gente no los come meramente por costumbre sino por el gusto por su sabor. Está muy bien, por supuesto, que haya productos cuyo sabor y textura se asemejen a los de productos animales para facilitar su abandono. Pero precisamente el sentido de tales productos radica en que, por desgracia, mucha gente come no sólo lo que es cómodo o barato, sino lo que le gusta. Por supuesto, el paso al veganismo sería más sencillo si dispusiésemos exactamente de productos veganos idénticos en sabor y textura igualmente disponibles.

    Sobre la cosificación de los animales no humanos, yo indicaría que una parte importante de quienes usan a los animales no humanos no creen que sean meras cosas. Piensan que son seres que pueden sufrir, pero que su sufrimiento o muerte está justificada si ello nos proporciona beneficios. En otras palabras, no privan totalmente de consideración a los animales no humanos, pero los discriminan.

    Sobre la posibilidad de reducir el número de animales no humanos utilizados mediante la modificación de políticas fiscales, entiendo el argumento. Si estas suponen que se use a los animales no humanos aun cuando la demanda disminuya, se vea considere preciso combatir tales políticas (con todo, como ya he indicado antes, este argumento deja de lado que si la demanda disminuye lo suficiente, la producción también acabará bajando). En cualquier caso, considero que en la actualidad las fuerzas de quienes nos oponemos al uso de animales no humanos, al margen de no ser la suficiente para conseguir tal modificación, puede ser rentabilizada mejor de otro modo. ¿Cuál? Mediante el desarrollo de las organizaciones antiespecistas y la consecución de una base social más amplia, objetivos ambos que resultan ciertamente medibles.

    Fuerza Vegana da un ejemplo interesante, el de los BMWs demandados pero no asumibles por los costes de producción. Creo que este ejemplo rebate la afirmación en términos absolutos que hice al respecto. Lo que diría sería que en el caso del uso de animales no humanos asumo que no es realmente factible llegar a una situación en la que la producción sea realmente tan costosa como para que se dé una situación como la de los BMWs.

    Sobre las concesiones en los mensajes, la cuestión, por supuesto, no radica realmente en la clase de mensaje dado, sino en el mensaje captado (y ha de tenerse en cuenta que el mismo mensaje emitido será entendido de formas distintas por diferentes receptores). Un mensaje verdaderamente transformador tiene que provocar un cambio, ello está claro. Esto es, tenemos que saber cómo comunicar. Ahora bien, ello no tiene que implicar perder de vista el cambio que verdaderamente buscamos provocar.
    Provocar una transformación implica saber comunicar un cierto mensaje. Pero no implica comunicar un mensaje fácil de comunicar pero que, sin embargo provoque un cambio distinto al que buscamos. Es como buscar una moneda en un sitio donde no se nos ha caído pero en el que hay más luz.

    Bueno, esto es básicamente lo que quería comentar, ¡saludos!

  14. – Respecto al tema de la motivación del consumo:
    Comentas, Oscar (perdona el tuteo), que la razón de que gusta es importante, muy importante. Enlazas esta razón con un posible origen en la costumbre al comsumirlo desde niño.
    Ahora bien, habría que matizar dos aspectos:
    1) Ver la viabilidad de que ese gusto sea real o provocado. Es decir, ver (no diré medir porque sino vamos delegando en complicaciones y al final se tendrá más dudas que al principio) la influencia de como se vende, se presenta, y se encaja para asumir los sabores. El caso de la cerveza me parece muy clarificador. La primera vez que se prueba creo que no suele gustar demasiado. No obstante hay una presión (que nadie sabría concretar con suficiente precisión) para consumir cerveza. Mucha gente acaba consumiéndola aún cuando posiblemente a poca gente le guste su sabor al principio.
    Si esto fuese así habría una desconexión entre el sabor y la permanencia. De hecho, podemos estar condicionados a admitir sabores y hacerlos nuestros. Y como apunte, quizás el consumo de cerveza suele sustituir el de otro tipo de refrescos (esos que se toman cuando no se puede beber cerveza) y de esta manera hay un reemplazo de un sabor por otro sabor que no suele saber bien, por una razón muy diferente al sabor.

    2) Si es por costumbre, entonces el sabor no es condicionante. En todo caso el sabor va a favor de la inercia. Si esto es así, se entraría en un marco de luchar contrra la inercia, no contra el sabor. Esto nos llevaría cerca del punto anterior.

    – Sobre el comentario de los BMW:
    Bueno, quizás no se trata tanto de coste de producción como cuanto no puede ser soportado por el demandante. Evidentemente la producción de un kilo de carne no costará varias decenas de miles de euros. Pero si cada ciudadano pudiese costear el BMW entonces sí sería asumible. El problema no estriba en el coste de producción en si mismo, sino en que un ciudadano medio no puede costearlo (y menos aún los que ingresen menos que estos), y, por tanto, en cuanto tendrá que subvencionar un tercero.
    Por eso ponía el ejemplo. Si en cada kilo de carne producida hay pérdidas… ¿Cuantas de esas pérdidas pueden ser asumibles? Para un kilo poco, seguro. Pero la cantidad que consumirá cada ciudadano a lo largo de, por ejemplo, lo que duraría un bmw en buenas condiciones… y además es de consumo continuo.
    Para la misma cantidad de dinero (coste BMW = coste x años de consumo de producto-origen-animal) las pérdidas que se tienen que asumir ¿podrían ser similares?
    En fin, solo quería matizar este aspecto, sin defenderlo ni atacarlo.

    – Sobre el comentario de la cosificación:
    Creo que estoy de acuerdo, pero hay unos matices en ese tema que a veces me fuerzan a ser prudente. Lo que sí es cierto es que dentro de la posibilidad de discriminadores que no consideran objetos tenemos una discriminación que se asienta en un eje gradual. Es decir, si existen ambas posibilidades, entonces podría ser obligatorio asumir que consideran-objetos estarían en un extremo y antiespecistas en el otro. Entonces discriminadores -no-objetos estarían en un punto medio que podría desplazarse hacia cualquier de los dos extremos.
    Ante tal graduación (si fuese acertada), tendríamos un marco donde habría estrategias de aumento de grado que quedarían validadas. Por tanto la naturaleza de tales estrategias no podría ser invalidada por definición, y se debería entrar en el análisis eficacia y eficiencia. Por ejemplo, reformas que aumenten grado de sensibilidad. Tampoco pretendo ni defender ni atacar. Solo señalo algo que me llama la atención.

    – Sobre el desarrollo de las organizaciones antiespecistas y la consecución de una base social más amplia, objetivos ambos que resultan ciertamente medibles.
    ¿Podrías desarrollar esto aunque fuese brevemente? Muchas veces he leído u oido esa afirmación (o muy parecidas) pero nunca he escuchado exactamente el argumento que lo hace factible.Al menos no correctamente desarrollado. Me refiero no solo a la afirmación de la estrategia, sino a la que afirma que es más rentable.

    – Sobre las concesiones en los mensajes:
    En este punto sería interesante matizar un aspecto que siempre me ha llamado la atención respecto al mensaje antiespecista. El mensaje antiespecista es un mensaje con unas cuantas afirmaciones que tienen que ser formuladas seguidamente, en la misma comunicación, o pierden la coherencia. Esto es así porque un mensaje antiespecista no es realmente un mensaje, sino una argumentación. Es como un debate donde el otro “bando” se mantiene callado. Así una mesa informativa requiere varios carteles diferentes, folletos explicando, …
    No es un mensaje, sino cientos de ellos.
    ¿Y por qué comento esto? Porque si fuese un mensaje entonces perdería el sentido porque como mensaje es muy poco efectivo. Es demasiado radical, demasiado exigente. Es decir, cuestiona demasiadas cosas a la vez. De hecho, cuestiona ciertos pilares mismos de la humanidad.
    Esto hace que no se pueda formular como un mensaje y se tenga que presentar una argumentación en formato mensaje, con todos los problemas que esto acarrea.

    Enlazo esto con el concepto eficacia-estrategia donde se comentaba el avance de pasos validados hacia el objetivo final. Un mensaje se podría formular como un sumatorio de mensajes que si son validados llevan al objetivo. Pero para ello no se puede dar un mensaje inicial que requiere la validación de todos los mensajes que queremos transmitir. Es decir ¿como se puede plantear un mensaje antiespecista en función de una estrategia por pasos? El antiespecismo requiere la validación de todos los pasos. Es el objetivo final. Y en una estrategia por pasos, si para cada paso se requiere la validación del camino entero… no sé si me estoy explicando correctamente.
    Entonces no sé hasta que punto mantener el mensaje coherentemente con el antiespecismo es eficiente o no lo es. Tampoco tengo claro sino es factible desarrollar una estrategia de sumatorios donde cada logro por separado no sea antiespecista, pero la suma de todos ellos nos lleve muy cerca de dicho punto (enlazando entonces con la afirmación de Leo de que quizás no es el momento para dicho mensaje)

    Así, por tanto ¿puede ser eficiente una estrategia que [aparentemente] no puede dividirse en una sucesión de pasos?

    Un saludo a todos!

  15. Hola a todos!

    Esta vez sí que prometo no extenderme tanto, trataré de ser más concreto yendo por puntos.

    Oscar, argumentas: “Quieren asimismo comer determinados productos, quieren ciertos sabores, que incluyen aquellos que se obtienen al consumir productos animales. El motivo seguramente sea que desde niños/as hemos comido casi todo el mundo tales productos.”

    Justamente a eso me refería. Por eso afirmé “las personas no demandan carne, tienen costumbre de carne”. También pienso como tú, en que es necesaria la generación de alternativas, como por ejemplo la carne sintética o carne in Vitro, o bien el desarrollo de productos veganos con sabores y texturas culturalmente aceptadas.

    Los gustos o los sabores los aprendemos, y si los heredamos responden a patrones meméticos, por tanto elementos de repetición (costumbre) en nuestros antepasados. El comer es en sí una necesidad, el qué comer es en sí un elemento cultural que se traduce en deseo (siempre y cuando tengamos opciones, que la mayoría de los humanos en el Planeta comen lo que pueden, no lo que quieren).

    Respecto el ejemplo del BMW:

    Estoy de acuerdo con Fuerza Vegana. De hecho el cálculo apunta muy alto en el consumo repetitivo, puesto que una persona podría querer un BMW cada 5 años, y un producto de contenido animal cada 2 horas. En 5 años de este consumo es probable que la administración pudiera ofrecer un BMW gratis a cada Europeo que prefiera no comer carne ni tomar leche.

    El último estudio que estoy realizando sobre el coste público per cápita que se ocasiona por el consumo de productos de origen animal es monstruoso hasta para mi, que ya pensaba de antemano que era alto. Cerca de 4000€ anuales sólo por el consumo de carne (o productos de animal muerto), más unos 1200€ por la leche, y cerca de 900€ por los huevos. Luego debemos prorratear el 7% del PIB que Europa gasta, anualmente, en combatir enfermedades provenientes del consumo de productos de origen animal (entre ellas el cáncer, que según aseguran los especialistas en 2012 será financieramente intratable). A esto le sumamos seguros subvencionados, compensaciones por todo tipo de contingencias que reduzcan la rentabilidad de los ganaderos o los especuladores del grano de forraje, y esto nos arroja una cifra anual por Europeo cercana a los 8000€ (creo, porque aún no lo he acabado). En cincos años compraríamos un hermoso BMW para cada Europeo. Además creo que BMW nos haría un buen precio si compramos por cantidad =)

    Y ampliando sobre la demanda:

    Dices “Si estas suponen que se use a los animales no humanos aun cuando la demanda disminuya, se vea considere preciso combatir tales políticas (con todo, como ya he indicado antes, este argumento deja de lado que si la demanda disminuye lo suficiente, la producción también acabará bajando)”

    No necesariamente, por dos razones funcionales que se entrelazan entre sí: la primera razón radica en el modo de cálculo de las políticas fiscales sobre la alimentación, no sólo en Europa sino en la mayoría de países.

    Al principio también creí que la sobre producción venía ligada a “producir un poco más de la demanda”, por lo que reducir la demanda haría que “el suelo de cálculo” bajara también, y por tanto el X% de producción excedente también sería más bajo, por lo que un descenso de la demanda significaría una caída exponencial de la producción… pero mi sorpresa llegó cuando entendí que no, que en realidad se produce en relación a la necesidad de utilizar el grano disponible para forraje, principal dinamizador de la economía financiera mundial. Por muy triste que suene decirlo: la carne es la excusa para la utilización de grano subvencionado. Luego sobrará carne, o sobrará leche, y “ya veremos si podemos exportarla, y sino la tiramos”.

    El otro elemento que se entrecruza es el crecimiento demográfico, que funciona como variable taxativa de aumento del consumo. Pongamos que no hay aumento demográfico (que sí lo hay) pero sí hay un aumento de la población europea gracias a la inmigración. La situación es exactamente la misma. Los patrones de demanda no bajan, o al menos la capacidad de aumento es superior a nuestra capacidad activista.

    Estos factores intervienen determinantemente en los procesos productivos, por un lado no podemos hacer que caiga la demanda, y por otro, cuando lo logramos, no podemos hacer que eso se vea repercutido en los animales.

    Respecto al mensaje:

    Ahora mismo estoy escribiendo un artículo sobre la disonancia cognitiva y la consonancia cognitiva, para explicar cuáles son las puertas de ingreso al conciente del ser humano, y cuáles son las puertas cerradas y que jamás abrirás por muchas veces que piques al timbre.

    Espero poder acabarlo pronto y pasártelo!

    Y respecto a la cosificación y al maltrato metódico creo que es un tema muy pero que muy largo, y prefiero no extenderme mucho, por cuestión de tiempo, y por no cansar a los lectores del blog. Quizás podríamos plantear un debate exclusivo a este respecto más adelante.

    Un gran abrazo!

  16. Guillermo:

    «Un mensaje se podría formular como un sumatorio de mensajes que si son validados llevan al objetivo. Pero para ello no se puede dar un mensaje inicial que requiere la validación de todos los mensajes que queremos transmitir. Es decir ¿como se puede plantear un mensaje antiespecista en función de una estrategia por pasos? El antiespecismo requiere la validación de todos los pasos. Es el objetivo final. Y en una estrategia por pasos, si para cada paso se requiere la validación del camino entero… no sé si me estoy explicando correctamente.»

    Esto resulta de un interés superlativo. Al final, lo que también necesita nuestro movimiento son estudios psicológicos en forma de grupos de discusión que nos muestren la reacción del target ante distintos mensajes: la vieja y eficaz táctica del aprendizaje por prueba y error.

    Enhorabuena a tod@s por este interesante debate.

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