Compartiendo la responsabilidad de la explotación animal

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Hace algo menos de siete años, otra entrada de este blog trató el tema de la responsabilidad colectiva en la explotación animal. El motivo de ese post era un argumento que se usa a veces en contra del veganismo. Según este argumento, dejando de consumir productos animales no evitamos la explotación animal, dado que lo que haga una persona no tiene un impacto real. Como ese argumento sigue siendo usado de vez en cuando, esta entrada vuelve a tocar ese mismo tema.

La explotación animal no ocurriría si no fuese porque hay una demanda de productos animales. Nuestra acción individual al consumir esos productos causa la explotación animal porque se da conjuntamente con la de otras personas. El argumento dice, ante esto, que nuestra acción individual, por ella misma, no tiene consecuencias. Solo la tiene porque es sumada a la de otras personas.

Así, según este razonamiento, aunque no vivamos de forma vegana no es realmente nuestra responsabilidad que se explote a los animales. Para que ello fuese así, nuestro consumo individual de productos animales tendría que ser necesario para que se matase a los animales. Pero los animales mueren igualmente aunque tú y yo no los comamos.

Este razonamiento no es correcto. Nuestra acción individual sí que tiene consecuencias. Y las tiene precisamente por ser parte de la acción colectiva que causa que se explote a los animales no humanos. Esto no hace que no tengamos responsabilidad. Simplemente hace que nuestra responsabilidad se sume a la de otras personas. Podemos ver esto con el siguiente ejemplo. Es un ejemplo que presentó un filósofo no vegano, Jonathan Glover, buscando aclarar el problema quién es responsable en las acciones colectivas.[1]

Cien bandidos. Imaginemos que en una aldea hay cien personas cuya única comida son judías. Cada persona tiene cien judías para comer. Llegan al pueblo cien bandidos. Cada uno roba a cada persona de la aldea todas sus judías. Como resultado de esto, todas esas personas se quedan sin comida, y mueren de hambre. Se puede decir de manera clara que cada uno de los bandidos es responsable de la muerte de una persona de la aldea.

Supongamos que tiempo después los bandidos vuelven a la aldea donde hay otras nuevas cien personas con sus cien judías. Pero ahora los bandidos cambian su forma de actuar. Cada bandido ya no le roba sus cien judías a una sola persona. Lo que cada bandido hace es robarle solo una judía a cada una de las cien personas. Así lo hacen todos los bandidos. El resultado es el mismo que antes. Cada bandido se lleva cien judías. Y a cada persona de la aldea le roban todas sus judías, exactamente igual que antes.

Así, de nuevo, todas mueren de hambre. Pero la diferencia radica en que ningún bandido causa por él mismo que una persona en concreto muera. A fin de cuentas, nadie muere por comer una judía menos. En un caso así, ¿diríamos que los bandidos no son responsables de la muerte de nadie?

Supongamos que uno de los bandidos afirma que aunque él no hubiese efectuado el robo la gente de la aldea moriría igual (pues nadie sobrevive comiendo solo una judía). Lo mismo podrían afirmar cada uno de los bandidos. Si aceptamos lo que dicen, tendríamos que concluir que ninguno de ellos es responsable de la muerte de nadie. Sin embargo, esto resulta absurdo. Los bandidos sí son responsables de la muerte de esa gente.

Lo que pasa es que su responsabilidad es en conjunto. O sea, ahora ya no son responsables cada uno de ellos de la muerte de una persona en concreto, como antes. Ahora son responsables conjuntamente de la muerte de las cien personas. Lo que hacen sigue igual en lo esencial. A fin de cuentas, antes robaban cien judías en la aldea, y ahora lo siguen haciendo. Y el efecto de robar cien judías es que muere una persona.

Hay varias maneras de explicar cómo es esto. Podemos decir que por cada cien judías robadas en la aldea muere una persona, de manera que si alguien roba cien judías le toca en responsabilidad una muerte. También se puede decir que, como cada bandido le roba un 1% de sus judías a cada persona, tiene un 1% de responsabilidad en la muerte de cada una de las cien personas. Si sumamos su 1% en la responsabilidad de cada una de las cien personas, tendríamos que su responsabilidad equivaldría a la de la muerte de una persona. En definitiva: la responsabilidad de los bandidos no cambia, es igual que al principio.

Pues bien, esto mismo es lo que sucede en el caso del consumo de productos animales. Las personas que consumen esos productos demandan que se explote a los animales. Lo hacen de forma colectiva. Cada persona consumidora de estos productos es así responsable de la parte que le toca de la explotación de un gran número de animales. ¿De cuáles? De aquellos que fueron explotados para obtener los productos que ella ha consumido. Sumando su parte de responsabilidad en la explotación de cada animal, tenemos su responsabilidad total en el sufrimiento y muerte de animales.

Todo esto al margen de algo que es más importante que todo esto: la influencia social que tiene el que una persona se haga vegana. Ello es algo que da visibilidad a la consideración de los animales, lo cual ayuda a que se cuestione el especismo. Así se crea un cambio social que promueve, también a nivel colectivo, una sociedad donde se respete más a todos los seres sintientes.

La difusión del veganismo, así, es un paso clave para el avance del antiespecismo.

[1] El texto de Glover también estaba mencionado en la anterior entrada. Es este: Glover, J. “It Makes No Difference Whether or Not I Do It”, P. Singer (ed.), Applied Ethics, Oxford: Oxford University Press, 1988.

 

3 comentarios sobre “Compartiendo la responsabilidad de la explotación animal

  1. Hola a todos,

    gracias a Oscar por el artículo, con el cuál coincido en todos los puntos, mas sólo quisiera añadir uno a la siguiente parte:

    «Cada persona consumidora de estos productos es así responsable de la parte que le toca de la explotación de un gran número de animales. ¿De cuáles? De aquellos que fueron explotados para obtener los productos que ella ha consumido.»

    Considero que al consumir productos de origen animal, el consumente no sólo es responsable de la explotación de los animales que éste directamente consumió. A través del consumo se alimenta al sistema de explotación animal. El sistema se fortalece y justifica su existencia, ya que hay consumidores de sus productos.

    Por lo tanto, desde mi punto de vista cada persona consumidora de estos productos es responsable de la explotación de los animales que ella directamente consumió, pero igualmente responsable de la explotación de todos los animales usados en el sistema de explotación animal en sí.

    Hagamos el paralelo al caso de los bandidos y su robo judías, pero ahora se trata de 1000 bandidos y de 1000 personas en el pueblo, y mantengamos la situación de que cada una de las 1000 personas del pueblo requiere una ración de 100 judías al día y que cada bandido roba en total 100 judías (sea todas a la misma persona, o sólo una judía a cada una de 100 personas). A parte del daño directo a la(s) persona(s) que le(s) robó la(s) judía(s), considero que cada bandido es responsable de la existencia de su banda, y con ello responsable de la continuidad en la existencia del sistema de robo de judías y consecuente muerte de personas por inanición. Porque mientras más gente se haga parte de la banda, ésta se verá fortalecida y justificada en sí misma. Si de repente algunos bandidos comienzan a salirse de la banda y a usar otras alternativas para conseguir su alimento que no impliquen el robo y consiguiente daño a las personas del pueblo, el sistema de explotación por robo empieza a perder fortaleza. Y si los remanentes bandidos de la banda observan que las nuevas formas de proveerse alimento satisfacen de buen modo (en saciedad del hambre, pero quizás también en sabor, en salud y hasta quizás también en sentirse éticamente mejor por no «tener que» seguir haciendo daño), es probable que algunos otros bandidos los imiten. Y cuántos menos bandidos en la banda, existe una mayor probabilidad de que ésta pierda fuertemente fortaleza, pues menos individuos apoyan su existencia, más individuos la consideran negativa e innecesaria, haciendo quizás más probable que los miembros remanentes de la banda más reacios al cambio se vean obligados a reflexionar sobre la justificación moral de la existencia de tal sistema de explotación.

    Así, cada ex-bandido tendría una gran influencia social en el ejemplo de Glover ampliado. Así como cada persona que reflexiona sobre su consumo alimenticio (y en todo ámbito) y opta por alternativas que sean positivas para él y que a la vez no impliquen sufrimiento para otros, tiene una gran influencia social, como indica Oscar en cuanto al efecto del veganismo en la promoción de cambios sociales dirigidos a una mayor consideración moral de los animales no humanos.

    Por otro lado, las empresas dedicadas a la explotación animal – como toda empresa en cada rubro-, suelen hacer uso de estadísticas y projecciones. Así, una disminución o crecimiento del número total de personas consumidoras de sus productos repercute en el planeamiento del número de animales a ser usados en el próximo ciclo de explotación (o para la apertura o cierre de una bateria producción, sucursal, etc.). De este modo también se puede ver, que el consumo personal no sólo crea responsabilidad sobre los animales de los cuáles se ha hecho directamente uso a través de tal consumo, si no que se trata de una resposabilidad por la existencia propia del sistema, tanto actual como futura.

    Muchos saludos,

    sofia

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